La perspectiva sobre el congreso regional de Foro, que se celebrará el 14 de marzo, ha cambiado tras la renuncia de Álvarez-Cascos a ponerse al frente de la candidatura electoral y la reacción de los dirigentes de Foro. En vez de avanzar se ha retrocedido, porque a los problemas conocidos se han sumado otros dos: la necesidad de elegir a un nuevo líder con capacidad para presidir el partido y encabezar la candidatura, y la división entre los cuadros de Foro que puede ser un síntoma anticipador de lo que ocurrirá entre las bases.
Si se aplica racionalidad y se aparta el ordeno y mando, la situación aún es hoy reconducible. La mejor opción es Cascos. Si se elige a otra persona, sea Cristina Coto o Fernando Couto, deberá ser porque se considera que va a sacar un mejor resultado en las urnas que Cascos. ¿Hay alguien que se atreva a afirmar eso en público? Es necesario renovar, pero no tiene sentido realizar cambios de personal para quedar peor de lo que se estaba. Si la negativa de Cascos a liderar la batalla electoral es firme y rotunda, habrá que buscar una solución de emergencia que debería partir del consenso entre todas las partes. Vistas las últimas experiencias en las urnas, dividir el partido es lo mismo que apostar por ganar la pelea interna y obtener un pésimo resultado en las elecciones autonómicas. Tras el intento de imponer una solución exprés a parlamentarios, alcaldes y socios fundadores, la opción del aparato debe ser el diálogo. Foro no está en condiciones de aplicar los métodos de Pedro Sánchez con Tomás Gómez, porque el castigo tendría características de autolesión dada la merma de cuota electoral que llevaría aparejada.
El otro gran asunto del congreso es el discurso y la estrategia electoral, que ha quedado relegado. Esta cuestión forma parte esencial del liderazgo. Me extraña que no se haya avanzado nada en los últimos meses. No se puede hacer copia y pega del argumentario de 2011, porque hay nuevos peligros para el electorado del centro-derecha, probadas evidencias, una gestión municipal propia que aporta enseñanzas y un socialismo en el poder que tiene grandes diferencias con lo conocido en el pasado (nunca se vio dos presidentes de gobierno, de un mismo partido, tan distintos como Álvarez Areces y Javier Fernández). La actuación cómplice del PP, su inercia y falta de lucidez, le impedirá abordar las cuestiones candentes que interesan al machacado centro-derecha asturiano.