Una vez sabido que Álvarez-Cascos será el secretario general de Foro a partir del próximo mes, la organización del partido conocerá una transformación para adaptarlo a los nuevos dirigentes. Carece de sentido ubicar a Cascos de secretario general y seguir con el perfil plano que tiene actualmente la Secretaría General. Partiendo del supuesto que la nueva presidenta estará volcada en la labor institucional, al número dos del partido le toca mirar para la organización. En los cuatro años de existencia de Foro no hubo grandes controversias de carácter general, no se creó ningún sector crítico, pero en los ayuntamientos hubo de todo. El caso más sangrante fue el de Oviedo, con un grupo municipal de sainete y un partido sin capacidad para imponer orden. En Avilés, la debilidad de Foro fue patente; lo mismo sucedió en otros ayuntamientos.
Hubo varias razones para que las cosas se torcieran pronto: la afiliación masiva de gente heterogénea que se acercaron a las sedes de Foro al calor del discurso de Cascos contra el bipartidismo en los primeros meses de 2011; su escaso compromiso partidario y la falta de cultura política hizo que prendiera el descontento entre ellos y se marcharan de la nueva formación. Otra causa estuvo en la forzosa asunción de responsabilidades de Gobierno por parte de la mayoría de dirigentes de Foro, sin que la organización del partido hubiera podido madurar, lo que originó conflictos y bajas; alcanzar en pocos meses 12.000 afiliados es tan buen síntoma como el germen de un futuro problema si no hay direcciones locales potentes para encauzar las expectativas de los recién llegados. Un tercer motivo estuvo en el cambio de perspectiva, al ser un partido de Gobierno en el verano de 2011 que derivó en grupo opositor en la primavera de 2012.
De arreglar los problemas internos seguro que se encargará Cascos, pero el asunto verdaderamente importante a clarificar sobre las tareas del nuevo secretario general es su relación con el Parlamento. Interesa saber si se pasará toda la jornada en la sede regional y visitando las sedes locales, o si asumirá responsabilidades en la Junta General del Principado. ¿Se puede permitir Foro el lujo de tener al secretario general como extraparlamentario? ¿El político más conocido de la región, junto con Álvarez Areces, puede estar ajeno al debate institucional? El resto de decisiones organizativas son irrelevantes al lado de lo anterior.