A lo largo de los tres últimos años hay dos asuntos que convierten a Javier Fernández en político reactivo: salta en cuanto se los mencionan. Eso es lo que ocurre cuando se le recuerda que la reducción del déficit en el Principado se hizo con el método dictado por Rajoy. No se trata de una ofensa ni de una falsedad, pero el presidente asturiano no quiere que se diga que el Gobierno socialista fue dócil ante los dictados de Rajoy. Al empezar su mandato, Javier Fernández explicó que no creía en la bronca ni en los pulsos entre gobiernos, recordando el deber de lealtad que debe imperar en la relación entre administraciones. Así lo hizo, fue un presidente silencioso, que puso sordina a los problemas, aplicando la receta del recorte en los servicios públicos como manda la ortodoxia popular. No hizo gala de ello, nunca presumió de haber reducido el déficit, prefirió echar mano de la retórica para hablar de las líneas rojas que nunca traspasaría, cuando los números atestiguaban lo contrario.
El segundo asunto que siempre merece la réplica del presidente socialista es la entente con el PP. Según Javier Fernández jamás hubo ni pactos ni ententes ni alianzas entre el Gobierno y el segundo partido de la oposición. Más de una vez trató de argumentarlo diciendo que son dos fuerzas antagónicas, como si existiera una diferencia de principios tan insalvable que obstaculizara el pacto. La verdad es otra muy distinta. El acuerdo entre Javier Fernández y el PP tuvo diversos interlocutores; en 2011 el diálogo era con Gabino de Lorenzo y en esta legislatura con Mercedes Fernández. Las etiquetas ideológicas (“derechas” e “izquierdas”) son simples disfraces, lo único que cuenta son los intereses. PSOE y PP en Asturias llevan más de cuatro años luchando por un solo objetivo: apuntalar el bipartidismo, para lo que hacía falta barrer del mapa a Foro, el partido intruso. Hace año y medio el Gobierno de Javier Fernández quedó aislado -como señaló Rajoy-, al romperse la alianza con IU y UPyD. Al acercarse las elecciones, la situación era muy delicada para el PSOE, entonces llegó el socio y le aprobó los presupuestos. Eso es lo que recordó Rajoy. El presidente socialista niega la evidencia y habla de acuerdos puntuales. Puede llamarlo así, pero la sucesión de puntos forma una línea, la línea de la gobernabilidad asturiana, en la que el PSOE es el gran protagonista, pero el PP juega un papel esencial. Dos socios bien avenidos.