Emilio León, número uno de la lista con que Somos Asturies (Podemos) concurrió a las elecciones, ha rebatido el planteamiento de alianzas de la FSA. El portavoz de Somos Asturies dijo que Javier Fernández ha dejado de preocuparse por los problemas de los que hablaba en la campaña electoral, como los recortes de la minería, para centrarse en el juego de los sillones del Parlamento regional. Frente a la propuesta del presidente en funciones sobre la alianza de los grupos de izquierda para quitarle alcaldías a la derecha, Emilio León señaló que no habrá cambio de cromos entre las Alcaldías de Gijón y Oviedo. Y fue más lejos: para colaborar con el Ejecutivo de Javier Fernández hay que revisar las conductas seguidas por los gobiernos socialistas en la ampliación de El Musel y la construcción del palacio de Calatrava.
Todo un jarro de agua fría sobre el posibilismo de Javier Fernández, que quería reconducir las relaciones con los otros grupos de izquierda –Podemos e IU- a la vía pragmática de los acuerdos sobre puntos concretos. Lo que más daña a los planes socialistas es la pretensión de los líderes de Podemos de negociar el gobierno de las corporaciones municipales de forma separada. PSOE e IU han realizado muchos pactos municipales durante los últimos treinta y cinco años. La mecánica a seguir era siempre la misma; se reunían los Gutiérrez, Lastra y compañía con sus homólogos de IU, y acordaban unir sus fuerzas contra los candidatos del PP. En los ayuntamientos con mayoría absoluta del PSOE o de IU no se negociaban acuerdos. La sustancia del pacto no estaba en un inexistente programa de izquierdas sino en ampliar a través de las alianzas las cuotas de poder territorial.
El asunto clave para desarrollar esta estrategia consistía en poner por delante la coartada de la ideología: la izquierda. La exhibían como si fuese un rasgo identitario que debía propiciar automáticamente la solidaridad entre los concejales de PSOE e IU frente a los otros (derechas, regionalistas, etcétera). Quienes más siguen esta huera liturgia son los sindicatos, que siempre festejan que haya gobiernos de izquierda, gobiernos progresistas, aunque luego hagan más tropelías que los otros. Esa estrategia pincha con Podemos, porque no se definen de izquierdas, ni les importan las etiquetas, ya que sólo quieren hablar de medidas concretas. Y lo peor de todo es que a los futuros socios los obligan a pasar por el arco de metales.