La dirección nacional del PP ha decidido realizar congresos extraordinarios con un triple objetivo: adecuar las jefaturas de las organizaciones regionales al nuevo poder (Pablo Casado y su equipo), armonizar la relación entre las representaciones institucionales y los responsables de las organizaciones territoriales y relanzar al partido después de un corto e intenso ciclo electoral que recortó fuertemente su representación en el Congreso de los Diputados y el Senado y, en menor medida, en la geografía autonómica.

Si en algún territorio procede convocar, ya, un congreso extraordinario es en Asturias. Desdeel mes de enero la organización popular vive una grave crisis con el enfrentamiento abierto entre la candidata autonómica, y ahora líder de la oposición, Teresa Mallada, y la presidenta del partido, Mercedes Fernández. Desde la dirección nacional se ha intentado reconducir la situación pero todos los intentos acabaron en fracaso. La disputa es abierta y no se guardan las formas. La crisis ha pasado factura en las urnas porque el PP repitió su peor registro, con diez diputados en la Junta General del Principado, los mismos que obtuvo con Cherines en marzo de 2012 y con Isabel PérezEspinosa en mayo de 2011. Con el agravante de que Foro, en aquellas dos elecciones, obtuvo doce y dieciséis diputados, respectivamente, mientras que ahora solo sacó dos. Para ser ecuánimes anotemos los cinco diputados de Ciudadanos y los dos de Vox, partidos que no existían hace siete u ocho años, pero ni con esa contabilidad rigurosa cambia la perspectiva, porque sigue habiendo un puñado de escaños (siete con respecto a los resultados de 2011 y tres en comparación con 2012) que dejó de ganar el PP por culpa de la crisis interna. La izquierda goza de amplia mayoría por los líos en el principal partido de la oposición.