Ya hay fecha para el debate de investidura. El próximo día 22 tomará la palabra el candidato a presidente y los portavoces del resto de grupos. Al día siguiente se registrará la primera votación, siendo necesaria la mayoría absoluta para salir elegido. El día 25, Santiago y cierra España, tendrá lugar la previsible segunda votación, en la que bastará la mayoría simple para la investidura. Por fin, a los tres meses de celebrarse las elecciones generales, los 350 diputados tendrán a bien hacer el trabajo para el que fueron elegidos. No hay prisa. En el caso de que Pedro Sánchez fracase en las dos votaciones los diputados tendránlicencia para irse de vacaciones y en septiembre protagonizarán un nuevo intento. Si la cosa sigue de nones, en noviembre habrá nuevas elecciones, que es tanto como devolverle la pelota al público para que resuelva lo que no saben, no pueden o no quieren hacer los electos.
Dejar que transcurran tres meses entre el día de las elecciones y el primer intento de investidura es un desatino, excuso calificar el retraso acumulado en que se incurrirá si los ‘noes’ ganan a los ‘síes’. Habrá tiempo de realizar las oportunas consideraciones, pero el hecho de que Pedro Sánchez no empezara a negociar hasta ver despejado el mapa autonómico da idea de la holgura con la que trabaja la elite política española frente los problemas del país y la paciencia de la gente. Hacen lo que quieren o, al menos, no tienen ningún reparo en transmitir esa impresión.
En el Principado, Barbón se entrevistó con los portavoces de los tres partidos que tienen más escaños. Para no llamar a engaño, me gustaría precisar que en esta legislatura solo el PSOE, con veinte escaños, es un grupo grande. El PP, con diez, es el grupo mediano. El resto son pequeños, empezando por los cinco diputados de Ciudadanos y los cuatro de Podemos. Barbón se vio con estos tres grupos. Creo que el primer contacto despejó el panorama: el PP votará que no y Mallada no descarta presentarse como candidata a la investidura. Ciudadanos no votará afirmativamente. Podemos se reserva su opinión hasta conocer medidas concretas y plazos; su portavoz, Lorena Gil, quería saber los compromisos de Pedro Sánchez con Asturias, sin hallar respuesta. Sería bueno que todos deslindaran las competencias y las responsabilidades de las distintas instituciones. Con el embrollo político que hay hoy día en España, solo nos faltaba que las promesas de Madrid sirvan para investir o desvestir a los presidentes asturianos.