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Juan Neira

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DOS RETOS PARA BARBÓN

Adrián Barbón reconoció que los socialistas no gozaban de una mayoría suficiente y que la suerte del mandato pasaba por el entendimiento y el diálogo. Para ello, decía, hace falta vencer la tentación del bloqueo.


En la sesión de investidura no es posible el bloqueo. Al contrario, su regulación peca del defecto contrario: facilitar artificialmente el visto bueno del Parlamento al candidato. No se permite votar no. Los diputados solo pueden mostrarse a favor o abstenerse. En toda la Europa democrática, solo en el País Vasco se contempla una reducción tan drástica de la capacidad de decisión de los representantes del pueblo.

Sabemos, sin ningún género de dudas, que mañana Adrián Barbón saldrá elegido presidente. En esta ocasión, dado el reparto de escaños, sería igualmente investido aunque existiese la posibilidad de votar en contra, porque las cuatro derechas juntas tienen menos escaños que el PSOE, pero las consideraciones particulares no alteran la valoración general: la investidura, en el Principado, contradice las reglas básicas de cualquier Cámara legislativa.

Bloqueo

El bloqueo, entendiendo por tal la unión de partidos opositores para impedir la acción del gobierno, es una posibilidad que se puede dar a lo largo del mandato. Se evita cuando todos los partidos asumen la responsabilidad de la gobernabilidad. En caso contrario, hay que cambiar el sistema electoral.

No vale el conejo sacado de la chistera por Pedro Sánchez, proponiendo reformar la Constitución para facilitar la investidura del líder del partido más votado, porque el bloqueo aparecería en el día a día de la gestión del gobierno. Una de dos: o los partidos se corresponsabilizan o hay que cambiar el sistema electoral.

Aquí y ahora, la hipótesis del bloqueo en el Principado se ahuyenta negociando con las fuerzas más proclives al pacto. En principio, Podemos, pero tras el debate de investidura también es posible el concurso de Foro, un grupo que está en busca de una nueva ubicación desde su identidad de partido regionalista.

Los socialistas siempre negociaron la mayoría parlamentaria con IU. Es un tipo de acuerdo que funcionó en el pasado y en el presente. En la negociación presupuestaria de 2018, Gaspar Llamazares llegó a adherirse al proyecto del Principado sin introducir ninguna exigencia. No se puede aspirar a repetir ese modelo de pacto con otros partidos.

Apoyos

Una parte de los desencuentros con Podemos se explica por la pretensión de que apoyen las propuestas socialistas, con alguna ligera variación. Tan irreal es ir a la negociación con propuestas maximalistas (tentación de Podemos que tratan de atenuar dibujando unos ingresos presupuestarios fantasiosos), como presentarse a la mesa de negociación con un proyecto prácticamente cerrado.

La asignatura de la gobernabilidad, que incluye la aprobación de los cuatro presupuestos del mandato, queda aparcada hasta el otoño. Toca hacer frente a otras cuestiones que esbozó Adrián Barbón en su programa de gobierno y no admiten dilación.

El asunto más urgente es la defensa de la industria electrointensiva, que trata de visualizar simbólicamente el candidato convirtiendo la petición de un arancel ambiental como su primera decisión de presidente.

En Asturias no hay diferencias de criterio sobre esta cuestión. Ni siquiera de matiz. La defensa de la industria y la desconfianza hacia el modelo de descarbonización acelerada es compartida por todos los partidos, agentes económicos y sociales, instituciones y sociedad civil.

Sin embargo, hay un riesgo real de cierre o traslado de plantas industriales y de aplicación de los postulados más radicales de la política contra el cambio climático, aún a sabiendas de que el efecto invernadero seguirá creciendo ya que por cada térmica de carbón que se cierra en Europa se abren varias en Asia.

Los problemas vienen por dos flancos. La cúpula de los partidos parlamentarios, la elite política madrileña, respalda sin fisuras las propuestas de la ministra, Teresa Ribera, que consisten en atacar en bloque a las energías fósiles, dando una compensación económica a Asturias. Una especie de indemnización por despido.

Adrián Barbón, con el respaldo unánime de la Junta General del Principado (espero que no haya ningún Pepito Grillo), debe arrancar a Pedro Sánchez unas garantías sólidas para la industria electrointensiva. El borrador del estatuto para esas industrias es manifiestamente insuficiente.

El otro flanco viene por el lado de las contradicciones de la Unión Europea, orgullosa de sus factorías, pero encantada con las importaciones baratas de China. Entre unos y otros, en la ciudad de París no va a entrar ningún coche diésel en 2024, ni de gasolina en 2030.

Adrián Barbón citó entre sus preocupaciones el declive demográfico, el gran problema de fondo de nuestra región. Va a crear la figura del Comisionado contra el Reto Demográfico. El refuerzo de los servicios públicos y los incentivos fiscales para reactivar la economía en las áreas despobladas, forman parte de las medidas a impulsar. Debería abrirse el debate sobre las ayudas económicas directas por natalidad, práctica común en los países de nuestro entorno.

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por JUAN NEIRA

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