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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA OSADÍA DE BARBÓN

Nada más ser investido como presidente, con la tensión aún en el rostro, Adrián Barbón improvisó unas breves palabras sobre la tarea que le aguarda. Manifestó que piensa «gobernar con un punto de osadía y sin miedo a cometer errores».

En otra comunidad autónoma esa declaración podría provocar inquietud, pero en Asturias supone un revulsivo. En efecto, hay que salir de la rutina, ensayar nuevos caminos, recurrir a otros procedimientos, aunque los resultados alcanzados obliguen a rectificar.Es mejor acertar después de cinco equivocaciones que quedar cruzado de brazos para no cometer errores. En los manuales de gestión de empresa la primera máxima es muy ilustrativa: la peor decisión es no tomar decisiones. Estamos como estamos por dejarnos llevar por la rutina. Hay que olvidarse del estilo funcionarial como guía para la dirección política de un territorio si queremos recuperar el terreno perdido.

Vapores

El Partido Socialista mantiene la responsabilidad de gobernar Asturias, pero tiene la obligación de apostar por el cambio en esta legislatura. Otros cuatro años, como los anteriores, nos podrían llevar a una situación catastrófica. Adrián Barbón cuenta con un capital político, palpable en los veinte escaños, para intentar sacarnos del atasco.

«No nos dejemos ahogar por los vapores de la vieja Asturias». La declaración del nuevo presidente del Principado admite varias lecturas, como todo enunciado simbólico.

No creo equivocarme si entre los «viejos vapores» incluyo la visión retórica de la región, la suma de prejuicios, el discurso de las esencias, la ortodoxia de los dogmáticos, el poder caciquil, el localismo como suprema pulsión identitaria… En definitiva, entre los vapores que ahogan la región también está una parte de la práctica del socialismo en Asturias. Un gobierno de cambio necesita romper con los vicios disfrazados de virtudes.

Asignatura pendiente

En su breve alocución, Adrián Barbón tocó un punto clave para el mandato que comienza: «Esa llamada al diálogo debe ser la constante de esta legislatura para no ser una mala copia de la anterior». Si se apela al diálogo es para apostar por la negociación y el pacto. La asignatura pendiente de la actual clase política española y asturiana. El principal emblema de los dirigentes que hicieron posible la democracia se ha convertido en la mayor carencia de los políticos del presente.

El paso del bipartidismo al pluripartidismo ha traído el colapso de las instituciones y la provisionalidad de los gobiernos. O se recupera la cultura del pacto, o vamos directamente al fracaso colectivo.

Escribo los últimos párrafos con la mente puesta en Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Pablo Casado y Albert Rivera, pero también son oportunos para explicar las cosas que pasaron y pasan en Asturias.

Las dos legislaturas anteriores han estado marcadas por los desencuentros entre gobiernos y oposiciones. Hubo episódicos acuerdos (curiosamente, los más relevantes han sido entre partidos de distinta ideología) y constantes rechazos. La minoría parlamentaria en la que se vieron confinados los gobiernos ha sido una de las razones que explican la falta de resultados que acompañó a su gestión.

A lo largo del debate de investidura Adrián Barbón insistió en la necesidad de llegar a acuerdos. Distinguió entre el pacto que puede conducir a una mayoría parlamentaria de gobierno y los acuerdos generales sobre intereses estratégicos de la región (defensa de la industria electrointensiva, modelo de financiación autonómica, lucha contra el declive demográfico) que deberían tener el respaldo más amplio posible en la Junta General del Principado.

En la primera intervención en el debate de investidura señaló que «mi mirada está dirigida a la izquierda». Se refería a la entente entre PSOE, Podemos e IU que tras una negociación apresurada, al final, no fue posible de alcanzar.

El pacto en la izquierda pasa, exclusivamente, por la alianza entre PSOE y Podemos. IU es, en la actualidad, un socio incondicional de los socialistas. Están empeñados en firmar un pacto de legislatura con el PSOE que es tanto como garantizar durante los próximos cuatro años el respaldo a las actuaciones del Gobierno de Adrián Barbón.

Izquierda

El talón de Aquiles de la convergencia con IU está en su limitada eficacia parlamentaria: no aporta escaños suficientes para gobernar con mayoría absoluta. Con IU o sin ella, Adrián Barbón necesitará de la entente con Podemos si quiere gobernar con la «mirada dirigida a la izquierda».

Para lograr el pacto con el partido morado hay que preguntarse por las razones que lo impidieron. Hasta la fecha, los intentos realizados se hicieron siguiendo el formato de las negociaciones con IU. Ese modelo no funciona. PSOE e IU tienen una historia en común que empezó en 1979, cuando socialistas y comunistas gobernaron en coalición en miles de ayuntamientos de España. IU siempre aceptó ser el socio menor en la alianza de izquierdas.

Podemos nació combatiendo el bipartidismo y con la pretensión de ser la fuerza hegemónica de la izquierda. El acuerdo con los podemitas necesita de otro protocolo. Ese pacto requiere de un punto de osadía.

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por JUAN NEIRA

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