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Juan Neira

LARGO DE CAFE

VIEJO PROBLEMA

En el HUCA se ha repetido estos días una situación que es habitual, sobre todo en meses invernales, como es la saturación del servicio de urgencias, con la atención de más de 400 personas al día. Muchas acuden directamente a los hospitales, sin pasar por el centro de salud, aunque es frecuente que sus dolencias o problemas pudieran ser perfectamente resueltos en la red de Atención Primaria. Por otra parte, la actividad quirúrgica se ha intensificado para reducir las listas de espera (22.000 personas pendientes de intervención), una decisión acertada, pero que redunda en una mayor demanda de ocupación de camas. Fruto de todo ello hay pacientes que entran por el servicio de Urgencias al hospital, se ve la necesidad de que pasen a planta, pero al no haber camas disponibles están más de dos días monitorizados en los boxes de urgencias.

Desde los hospitales se echa de menos que funcione mejor el servicio de atención continuada (de las 15 horas a las 8 de la mañana del siguiente día) en los centros de salud y pueda contenerse la presión asistencial que sufren en los hospitales. La utilización de las urgencias, como vía habitual de entrada en el circuito sanitario, puenteando a la Atención Primaria, es un asunto que viene de antiguo. Se hablaba de ello en el siglo XX con los mismos argumentos y lamentos que en el presente. En la sanidad regional hay muchos gerentes, expertos, etcétera, pero no parece que hayan dado con la tecla para desviar el flujo de demandantes hacia el centro sanitario más cercano a los ciudadanos. La sobrecarga de las urgencias va in crescendo; para comprobarlo basta comparar las 101.466 personas que acudieron al citado servicio en 2015 con las 126.825 del pasado año 2022. En siete años el aumento fue del 25%. Como la población sigue envejeciendo es más que probable que dentro de otros siete años la cifra crezca hacia los 160.000.

Se pueden seguir otros itinerarios para llegar a la misma conclusión: estamos a las puertas de un tsunami sanitario, que no tiene otra solución que un reforzamiento de los servicios, con más profesionales y más equipamientos, en definitiva, con más gasto. Ocurre en toda España y también en el resto de Europa. La sanidad pública es muy cara y en una comunidad muy envejecida como la nuestra es doblemente cara. Por la vía de los ingresos toca hablar con el Gobierno central para reformar la financiación. También habría que recurrir a otras ayudas, como es el aumento de la colaboración con la sanidad privada, aunque para algunos sea pecado.

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por JUAN NEIRA

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