La cumbre en Vitoria de los presidentes de las cuatro comunidades autónomas de la cornisa cantábrica es un hecho novedoso en más de cuarenta años de autogobierno regional. Es la primera vez que se unen para luchar por algo: la solución a las deficientes comunicaciones con Francia, que es tanto como decir la revalorización de la posición geoestratégica de la cornisa cantábrica.

De la reunión ha nacido un ente, Foro del Cantábrico, que va a volcar la atención en las conexiones energéticas y ferroviarias con Francia, unas relegadas por la Comisión Europea y otras (o todas) por la propia Francia, mientras que el otro gran eje de transporte, el Corredor Mediterráneo, mejora su posición. La alta velocidad francesa no tiene fecha para llegar a la frontera española, sólo se sabe que el tramo Burdeos-Dax no se inaugurará hasta 2042. La interconexión del hidrógeno se aplaza hasta más allá de 2030; la interconexión mediterránea se hará antes. Los cuatro presidentes cierran filas en torno a los objetivos que afectan a sus comunidades. Por su parte, Íñigo Urkullu, en vista del apoyo alcanzado, también expresó su solidaridad con las reivindicaciones del noroeste (Asturias, Galicia, Castilla y León).

Una vez discutida la cuestión principal que originó la cita, se trataron otros asuntos, como el cambio climático y el reto demográfico. La cuestión del clima es demasiado global como para hacer planteamientos regionales. Adrián Barbón volvió a insistir en que la cornisa cantábrica es «un refugio climático». En el mejor de los casos, podrá serlo cinco o diez años, porque ninguna previsión contempla que la desertización se frenará al otro lado de la Cordillera Cantábrica. Ya percibimos los cambios, la subida media de las temperaturas, la alteración en flora y fauna, etcétera. Ahora la subida térmica favorece al turismo del norte, hasta que la primera gran sequía (ver lo que está sucediendo en Cataluña) deje a lugareños y forasteros sin agua.

De no lograr detener la subida de las temperaturas en las próximas décadas, la población, a escala mundial, migrará hacia el norte. Basta contemplar la bola del mundo para comprender que el hipotético refugio no coincide con nuestras coordenadas. La cuestión del reto demográfico está enfocada en el noroeste. Cántabros y vascos también sufren pérdida y envejecimiento de población. Como nosotros, pero con unos años de retraso. Intuyo que los presidentes todavía ignoran las potencialidades del Foro del Cantábrico.