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Juan Neira

LARGO DE CAFE

MEJORADOS Y PERJUDICADOS

La fallida moción de censura del tándem, Tamames-Vox, no tiene interés en sí misma porque, como dijo Nicolás Sartorius, la sesión fue «una censura de la moción», pero sí adquiere valor puesta en la perspectiva de las elecciones del 28 de mayo. Un espectáculo televisado durante once horas (8,8 millones de españoles vieron al menos un minuto, lo que representa 3,2 millones más de los que presenciaron en 2020 la moción liderada por Abascal) incide en la carrera a las urnas y adelanta pistas sobre lo que va a ser la gran confrontación electoral de diciembre.

La sesión siguió un curso distinto de anteriores mociones de censura, ya que el candidato a presidente tomó la palabra por primera vez a las dos horas y cuarenta minutos de haber empezado el debate. Antes de que Ramón Tamames saludara a los diputados ya se habían dicho de todo, por triplicado, Pedro Sánchez y Santiago Abascal.

Extraño

Fue todo tan extraño que el presidente censurado, en vez de estar presto para la defensa, hizo jornada de funcionario: a la tarde no fue al Congreso de los Diputados. Nadia Calviño, tan sumisa, no se atrevió a hacer como Soraya y colocar el bolso en la contigua butaca vacía.

Tamames en ningún momento asumió el roll del candidato, limitándose a hacer una crítica al Gobierno. De pasada citó un par de veces la necesidad de adelantar las elecciones generales, objeto central de la moción, tal como fue ideada por Vox. Su actuación hubiera tenido encaje en calidad de experto invitado a una comisión parlamentaria, pero no como candidato a presidir el Gobierno de la nación.

Cuando se desvirtúa tanto la naturaleza de las instituciones la ceremonia se degrada, pasando a ser los proponentes víctimas del enredo creado por ellos mismos al ir a buscar a un jubilado a su casa para que lidere la nación. No quiero pasar por alto el trabajo preparatorio realizado entre la Presidencia de la Cámara y, supongo, que la Moncloa, al diseñar un formato que estiró la sesión de la mañana desde las nueve horas hasta las tres y veinte minutos de la tarde, momento en que Meritxell Batet tomó la palabra para levantar la sesión y decir que seguía a las cuatro de la tarde: cuarenta minutos para comer y descansar. Y otro tanto en la sesión vespertina. Un maratón para un anciano.

Destacaría que Pedro Sánchez lee todas sus intervenciones, con réplicas, dúplicas y reconvenciones. Es llamativo que un señor retirado de 89 años tenga más capacidad de improvisación en el Parlamento que un presidente en activo de 51. Desde luego, Barbón no pierde, aunque la ganancia es muy pequeña.

Vox

¿Quiénes pagan los desperfectos de la fiesta? Sin duda, Santiago Abascal y Vox. A ellos solos se les ocurrió montar, sin aliados, la segunda moción de censura de la legislatura con el único propósito de adelantar siete meses las elecciones. Una frivolidad con la que querían presionar a Feijóo que les arrebata electores en el espacio de la derecha, después de haber transferido Ciudadanos todos sus votos al PP. La disparatada sesión parlamentaria donde Tamames cuestionó los dogmas de Vox (inexistencia del cambio climático) va a provocar malestar interno en el partido. El liderazgo de Abascal sale muy debilitado. No es una buena noticia para los afiliados asturianos de Vox que vieron cómo a finales del pasado año les decía adiós Ignacio Blanco y, ahora, el máximo jefe arriesga y se equivoca.

En teoría, Pedro Sánchez sale reforzado al ganar con un amplio margen la votación de la moción, pero al ser todo un esperpento, y haberse abstenido el PP, la ganancia es más teórica que real. Si hacemos abstracción del objetivo de la sesión y nos fijamos separadamente en las intervenciones del presidente, vemos que sigue vigente en sus discursos la estrategia de los bloques, de los buenos y de los malos. Se refirió mil veces a Rajoy y su neoliberalismo, como si estuviéramos hablando de dos sistemas opuestos de gobierno. Y por supuesto, siempre dispuesto a la demagogia con el crecimiento de la economía española, obviando que en 2020 el PIB retrocedió el 11,3% y por eso España es el único país de la eurozona que no recuperó los niveles de PIB de 2019.

Yolanda

Ganó enteros tras el debate Yolanda Díaz, que tenía aprendido de memoria el discurso, salvo en los últimos veinte minutos (habló una hora y cinco minutos) que se entregó a la lectura. Llevaba meses y meses sin decir nada, aunque hablaba todos los días. Hizo la intervención que necesitaba para relanzar el marchito proyecto de Sumar, sobre la premisa de la apertura a la sociedad y el silenciamiento de los partidos. Irene Montero, con el gesto tenso y la mirada clavada en su rival, masticaba nueces a golpe de mandíbula, como hace Carlo Ancelotti con el chicle cuando va perdiendo el Real Madrid.

El avance de la vicepresidenta segunda favorece a la IU asturiana que tiene en ella la referencia nacional. Mal asunto para Podemos, sector oficial, que aquí en Asturias está en una situación crítica tras la derrota de Rafael Palacios en Langreo. Este señor ya concita la animadversión de toda la organización, excepción hecha, quizás, de las dirigentes que están de baja.

¿Y el PP? Cuca Gamarra hizo una intervención para cinco pelado y soy generoso. El Congreso de los Diputados no es el Ayuntamiento de Logroño. Pero el PP sale, de rebote, beneficiado por el desastre de Vox. A ver si progresan Canga y su gente. En política, como en la piragua, no es solo cuestión de fuerza: hay que aprovechar la corriente.

 

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por JUAN NEIRA

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