El 29 de noviembre se inaugurará la variante de Pajares, siempre y cuando no haya retrasos. Lo digo porque tantas veces se han anunciado fechas de finalización que, luego, fueron enmendadas por el calendario, que no se puede saber con certeza si esta vez es la buena, aunque ya está preparado el protocolo para celebrarla, con los Reyes de España presidiendo la ceremonia. Desde la primera piedra (dovela) hasta la apertura al tráfico comercial han pasado 19 años. Las tuneladoras hicieron su trabajo en tiempo y forma: a los cinco años ya estaban horadados los túneles. Tuvieron que pasar otros 14 años para que la infraestructura se pueda utilizar ¿Cómo se pueden tardar 14 años, cuando lo más importante y complejo de la obra ya se había hecho en cinco? Las razones concretas las ha ido dando a conocer EL COMERCIO con un seguimiento absolutamente exhaustivo de la actuación. No hubo traviesa mal puesta ni polémica de triple hilo ni acuífero roto que el periódico haya dejado de contar a sus lectores. El problema llega cuando en pocas palabras tienes que explicar a un turista por qué se inaugura en 2023 lo que los gobernantes habían anunciado, machaconamente, para 2010. Vamos a intentarlo.

Las fechas de apertura de tramos o finalización de obras tienen una dimensión electoral y los gobiernos están para dar buenas noticias. Víctor Morlán, secretario de Estado de Infraestructuras en el Gobierno de Zapatero y presidente de Gijón al Norte, dijo en una ocasión que no daba plazos sobre el plan de vías de Gijón para no desmoralizar a la gente. Tenía razón: si en el caso de la variante de Pajares hubieran dicho la verdad desde el principio, toda la región habría entrado en depresión. Otra razón reside en el escaso conocimiento de los ministros del ramo sobre las materias de su departamento. ¿Cómo pudo decir Raquel Sánchez, en marzo, que la variante entraría en funcionamiento en julio o agosto? Bueno, depende, si, por ejemplo, no sabía al llegar al cargo lo que era la catenaria, tampoco resulta raro que se equivoque de estación. Vayamos a lo más sustancial.

En materia de ferrocarriles, hay dos entes autónomos, Renfe y Adif, llenos de ingenieros que saben todo lo que ignoran los ministros. Ellos eligen los trazados, gestionan las actuaciones y deciden sobre compras de trenes. Si cometen errores quedan ocultos entre la jerga técnica. Se equivocaron en los cálculos sobre la ladera de Campomanes y lo que iba a durar algo más de dos años, se prolongó más de doce. Ya toca poner el ramo.