La 43 edición de los Premios Princesa de Asturias nos ha permitido revivir las especiales características de la ceremonia de entrega de los galardones, donde se mezclan argumentos y emociones. El discurso del Rey es, tradicionalmente, la principal intervención de la velada. La alocución fue algo más extensa que en otras ocasiones, siendo el «regreso terrible de la guerra» el tema central del discurso. No sé si da envidia o nostalgia recordar que el Premio a la Cooperación Internacional de 1994 se concedió a Isaac Rabin y a Yaser Arafat, primer ministro de Israel y presidente de la Autoridad Nacional de Palestina, respectivamente, «por su decisivo esfuerzo para crear las condiciones de paz en la región», o que un año más tarde se entregó el Premio a la Concordia al Rey Hussein de Jordania. Este oportuno recordatorio lo realizó el Rey, mostrando implícitamente, cómo los galardones son un fiel reflejo de lo que acontece en el mundo.
Definido el contexto bélico, don Felipe afirmó que está en cuestión el orden internacional, con inevitables repercusiones en la economía y el bienestar, sobre todo, de los más vulnerables. Y dio un paso más: la sombra se extiende también sobre las democracias. En una coyuntura donde las antiguas certezas se vuelven frágiles, realizó un llamamiento a la responsabilidad. Una ovación interrumpió su discurso cuando dijo que las soluciones a los problemas de España llegarán «desde la unidad, nunca desde la división».
Durante la semana de los Premios la expectación estaba volcada en la Princesa de Asturias y en Meryl Streep. La entrada de doña Leonor en la Academia General Militar, como dama cadete, para seguir la formación castrense que terminará como teniente de tierra y del aire y alférez de navío, en 2026, es el paso decisivo de la adolescencia a la mayoría de edad. La reciente jura de la bandera y la próxima jura de la Constitución han fortalecido la dimensión pública de la Princesa. La gente ya no la observa con la mirada condescendiente que se dirige a una niña, sino con el interés de quien encarna el futuro. Tres cursos en las distintas armas harán de la heredera de la Corona la mujer más popular de España. En tiempos de zozobra, como los actuales, la Familia Real estaba más sonriente y convencida que en cualquier edición anterior de los Premios. El plus, o si se quiere la diferencia, la aportó doña Leonor.
Meryl Streep, tan dominadora de la escena como siempre, dio una clase de cómo se lee un texto en público. Qué acierto del jurado.