La polémica que siempre acompañó a la construcción de la variante de Pajares parece que va a continuar más allá de su inauguración y posterior entrada en servicio. La discusión no es sobre la variante, que todo el mundo espera sea beneficiosa por reducir en una hora el tiempo de viaje de Madrid a Gijón y hacer el recorrido mucho más cómodo, sino por el trazado desde Campomanes (Lena) a Gijón y la velocidad que llevará el convoy en esa parte del viaje, que hacen de nuestra línea de alta velocidad la más lenta de España.
El primero en criticar fue Antonio Garamendi (CEOE). Desde Oviedo dijo que abogaba por un AVE entre Asturias y Madrid que hiciera el recorrido en «hora y media o dos horas». Cuando el próximo 30 de noviembre empiecen los trenes Alvia a hacer el recorrido de Madrid a Gijón, atravesando la variante de Pajares, recorrerán la distancia en 3 horas y 40 minutos, los más rápidos, y 4 horas y 5 minutos, si es con paradas. En el proyecto inicial (2004) el viaje duraba 2 horas y 29 minutos.
Alfredo Canteli dirigió los dardos en la misma dirección, al declarar que «la única región a la que no llegará la alta velocidad en todos los tramos es Asturias». En efecto, entre Campomanes y Gijón el trazado es convencional y se tardará una hora en hacer el trayecto. Con la variante ganamos una hora, pero con el trazado de Lena a Gijón dejamos de ganar otra. No es de recibo que un tramo de 62,7 kilómetros lo recorra el tren Alvia en 58 minutos, haciendo una media de 64,8 kilómetros cada hora. Se puede pintar de Ave, pero con esas características no hay un tren de alta velocidad en el mundo.
No hay que escandalizarse porque el pasado año el Ministerio de Transportes hizo saber a la Comisión Europea que renunciaba a prolongar la línea de alta velocidad hasta Gijón, perdiendo la subvención que daba Bruselas (el 20% de la inversión). El Principado declaró que no renunciaba a tener un trazado de alta velocidad hasta Gijón, pero que en ese momento su prioridad era la variante de Pajares. En la última planificación de Bruselas ya no aparece el tramo Lena-Oviedo-Gijón entre los proyectos de alta velocidad. No tendría ahora sentido decir palabras ambiguas sobre la prolongación del trazado hasta la costa, porque la decisión no deja resquicios para la duda. La alta velocidad termina en la cordillera.
El grupo municipal de IU en el Ayuntamiento de Oviedo entró en la polémica, diciendo que «hoy por hoy» basta que la alta velocidad llegue a Lena. Lo explica: «Llega a Pola de Lena y con ello conecta con la zona central de Asturias en condiciones del siglo XXI». Ahora me entero de que atravesar la región a una velocidad media de 64,8 kilómetros por hora es lo propio del siglo XXI. Como el argumento es disparatado, añaden otro: «La pretendida conexión por alta velocidad con Oviedo y Gijón es hoy inviable, ya que costaría más de 1.600 millones».
Sólo en Asturias se da la circunstancia de que un grupo que forma parte del Gobierno regional rechaza inversiones que estaban previstas en la Unión Europea con el único fin de no agobiar al Ministerio de Transportes. Esa disculpa que la dé la ministra Raquel Sánchez, no los representantes políticos de los asturianos. IU dice que sólo se ahorrarían «apenas diez minutos». Vamos a ver, con los planes posteriores del Ministerio de Transportes, que se limitan a hacer pequeñas reformas (variante de Villabona, mejorar la permeabilidad de las vías entre Pola de Lena y Soto del Rey), cuantificadas en 208 millones, ya se recortarían diez minutos según el Ministerio. Imaginémonos cuánto tiempo se ganaría invirtiendo más de 1.600 millones.
Vamos al fondo del asunto. La línea de alta velocidad con Madrid se completa ahora o dormirá el sueño de los justos. Es en estos años cuando se estructura la Red Transeuropea de Transporte. Sólo para el periodo 2021-2027 se dedicaron 25.800 millones para cofinanciar los costes totales de los proyectos. Hay una docena de proyectos españoles cofinanciados por Bruselas. Lena-Oviedo-Gijón estaba en la lista, pero el Gobierno lo apeó. Las instituciones europeas no van a estar haciendo planes de infraestructuras año tras año.
El problema no está ya en la desesperante velocidad del tren, en la actualidad, sino que con un trazado totalmente inadecuado los nuevos modelos de trenes cada vez serán menos operativos para esa línea. El Tribunal de Cuentas europeo, en la revisión que hizo hace cinco años de las líneas de alta velocidad españolas, señaló que la línea Madrid-León tenía una velocidad media tan baja que no justificaba la inversión realizada, habiendo sido suficiente una línea convencional. Si dentro de unos años analiza el tramo León-Gijón, imagínense lo que dirá de los 4.000 millones invertidos en los túneles, para acabar dejando la alta velocidad en Campomanes.
En julio de este año, los chinos hicieron un viaje experimental con un nuevo tren que se desplaza a 453 kilómetros por hora. Hará la línea Pekín-Shanghái (1.207 km) en poco más de dos horas y media. Con un pequeño tuneado lo podemos echar a rodar sobre nuestras vías. Por cierto, como los inmovilistas de la región dicen que la alta velocidad no vale para territorios con alta densidad de población, como la zona central asturiana, aquí les dejo otro convoy chino, el tren Malev, que va de Shanghái al aeropuerto (30 kilómetros) en siete minutos. Lo hicieron en tres años, con una inversión de 1.000 millones de euros. Si nos prestan un convoy, con las actuales vías vamos de Gijón a Oviedo en un periquete.