El Gobierno de coalición despachó en una tarde la primera ronda de negociación sobre el proyecto de presupuestos del Principado para 2025. Como IU forma parte del Ejecutivo, en esta legislatura, y Vox no está invitado a la negociación, la lista de interlocutores quedó muy reducida: PP y el grupo mixto (Pumares y Tomé).
La reunión con el PP duró tres cuartos de hora, quedando reducida a un encuentro de cortesía. Los dos grandes partidos (PSOE y PP) no tienen voluntad de llegar a un acuerdo, porque sólo lo alcanzaron en alguna ocasión por razones excepcionales, como la vez en que el grupo parlamentario del PP, encabezado por Mercedes Fernández, aprobó los presupuestos del gobierno presidido por Javier Fernández. No sé si les parecía bien o mal aquel proyecto de cuentas regionales, pero se trataba de devolver a Javier Fernández el favor de haber apoyado a Rajoy para ser investido presidente de Gobierno en 2016, al abstenerse el grupo socialista del Congreso de los Diputados en la segunda votación, en la que bastaba contar con mayoría simple. En Asturias, como en el resto de comunidades autónomas, la norma general de PSOE y PP, cuando están en la oposición, es plantear una enmienda a la totalidad de los presupuestos que presenta el Gobierno del partido rival. No obstante, deberían guardarse las formas y demostrar ambas partes que quieren discutir sobre el proyecto.
De lo que ha transcendido, lo más noticiable del borrador de presupuestos que presenta el Gobierno de coalición es que se mantiene el nivel de ingresos. El portavoz del Gobierno había explicado, reiteradas veces, que se iba a producir un descenso de 400 millones de euros en las partidas porque disminuían los fondos europeos extraordinarios en cien millones, se reducía el techo de gasto en sesenta millones y, sobre todo, habría un decremento de 240 millones en la liquidación del ejercicio de 2023, con respecto a la liquidación de 2022. Pues bien, pese a todo ello, el Gobierno logra enjugar los 400 millones de pérdida de ingresos con un incremento de la recaudación fiscal que, supongo, alcanzará cifras de récord. Ahí se notan las bondades de la vía fiscal asturiana que tiene como máximo exponente no deflactar el IRPF. Lo de menos es que gasten 40 millones en subvenciones, lo realmente sustancial es que los contribuyentes cada vez pagan más. En esa línea, Álvaro Queipo denunció que «han decidido exprimir un poco más a los ciudadanos para mantener el nivel de ingresos». La patente sobre no deflactar la tiene Sánchez.