>

Blogs

Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL TEST DE LA RIADA

Las imágenes de los informativos se repiten día tras día. Desde el martes 29 de octubre las noticias que conforman la actualidad nacional apenas varían. Se debate sobre lo mismo, aunque avanza la vendetta sobre Carlos Mazón, un gobernante que no supo captar que la lluvia torrencial de aquel martes preludiaba la catástrofe y siguió impertérrito con su agenda oficial, recibiendo a las 13.30 al presidente de la patronal valenciana y, a continuación, participando en una ‘comida de trabajo’ para dos.

Lo intenta apuntalar el PP, cuando, previamente, ya lo había dado por desahuciado, al pedir Feijóo, insistentemente, al Gobierno central que se pusiera al frente de la emergencia. Miguel Tellado hizo, igualmente, unas declaraciones muy significativas al afirmar que debía ser Mazón el que explicara las gestiones que hizo el primer día del desastre. En las explicaciones públicas que tiene que dar el presidente de la Generalidad valenciana está incluida la razón por la que no elevó el nivel de la emergencia. ¿No creía que estaba ante una catástrofe? Imagino que, para él, incapaz de entender la dimensión del desastre, lo más importante era no perder el mando sobre todo el operativo.

¿Y qué decir de Teresa Ribera, la ministra más fundamentalista de España, siempre preocupada por el bienestar de los lobos? A esta señora, que tiene bajo su jerarquía a las confederaciones hidrográficas, no se le oyó una palabra. Mucha diligencia para dejar de construir 85 presas que estaban en los planes del ministerio, pero cuando llegó la riada asumió el rol de observadora. ¿Y qué papel jugó la Confederación Hidrográfica del Júcar, que no mandó una comunicación al Centro de Emergencias de la Generalitat sobre el estado del barranco del Poyo, hasta cerca de las siete de la tarde?

Dejo para el final a Pedro Sánchez, que desde La Moncloa no tuvo a bien decretar una emergencia de interés nacional y ponerse a los mandos del rescate. ¿Cómo puede un presidente de Gobierno de España hacer dejación de su responsabilidad cuando está ocurriendo la tragedia de mayor magnitud de este siglo? Silencioso, desde La Moncloa, ¿salvaba vidas? ¿Qué es España para este señor? ¿Una serie de territorios limítrofes, pero independientes, coordinados por un presidente que presta ayuda si se la solicitan?

Vacío
El vacío del Estado, su ausencia de la tragedia, solo corregida por la actitud personal de los Reyes de España, no tiene precedentes en la España moderna (no digo ya en nuestra etapa democrática). Hasta ahora, el desmontaje del Estado, visible en las leyes dictadas desde Suiza, en la entrega de la Hacienda española a Cataluña para que se autogestione al margen del resto de la nación, en el ninguneo a las sentencias del Tribunal Supremo, en la entrega de puertos y aeropuertos de interés general y de las vías de alta capacidad a las autoridades autonómicas nacionalistas, en la gestión de las decenas de miles de inmigrantes que llegan a Canarias, en la federalización de la Agencia Tributaria que propugna el PSOE, no había sido sometido a una prueba de estrés en tiempo real. La riada valenciana lo ha hecho y pudimos comprobar que el Estado está desguazado. La falta de respuesta lo acredita. Diez días más tarde se pide, por primera vez, ayuda a Europa.

Pueblo
Ante un Estado moribundo, la sociedad responde dando un paso al frente. La movilización de decenas de miles de voluntarios, la mayoría jóvenes, es la respuesta de la sociedad. De ahí el lema ‘el pueblo salva al pueblo’. En cualquier país europeo, ante una emergencia similar, el Estado salva el pueblo, pero en ellos, el presidente del Gobierno dirige la operación de rescate desde la primera hora y el ejército y las fuerzas y cuerpos de seguridad trabajan las veinticuatro horas del día sobre el escenario de la tragedia. Así nos sentimos seguros los ciudadanos.

Las consecuencias de lo sucedido todavía no las podemos calibrar. Creo que hemos cruzado el Rubicón y la sociedad va a impugnar a las instituciones políticas como nunca lo hizo. La huida del Estado o la no comparecencia del mismo se pagará cara. Máxime, cuando son los damnificados del desastre los que, con el pago de sus impuestos, financian los gastos de ese Estado.

Competencias
Una de las virtualidades que tiene el test de la riada sobre las instituciones políticas es la demostración palmaria del error que supuso en el texto constitucional la forma de reparto de competencias entre los entes territoriales. Ejemplo paradigmático es el artículo 150.2 de la Constitución: ‘El Estado podrá transferir o delegar, mediante ley orgánica, facultades correspondientes a materia de titularidad estatal que por su propia naturaleza sean susceptibles de transferencia o delegación’. Cuarenta años más tarde, todo es susceptible de transferir o delegar. A la famosa centrifugación del Estado se apuntan todos, desde los ‘burukides’ hasta Mazón.

En la pandemia ya tuvimos una buena prueba de ello, cuando Sánchez anunció la ‘nueva normalidad’ y pasamos de estar confinados en casa a luchar contra el virus en compartimentos estancos: en Asturias se podía salir hasta las doce y en Castilla se recogían a las ocho. Los tribunales superiores de justicia dictaban sentencias opuestas sobre una misma disposición gubernamental, como fumar en terrazas. Ese sindiós, ese cuarteamiento del Estado, ya era evidente entonces. Ahora llegó el diluvio para confirmarlo.

Temas

por JUAN NEIRA

Sobre el autor


noviembre 2024
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930