Cuando ya pasaron tres días desde el argayo en la autopista del Huerna (AP-66) no se ha avanzado en soluciones, más allá de intentar abrir una vía provisional de doble sentido cuando se den las condiciones adecuadas, para que pueda utilizarse la AP-66. Como tantas veces ocurre tras un gran accidente o una situación inesperada, los expertos en la materia dedican los primeros días a entender la magnitud del problema y cuando esta está acotada, toca entonces estudiar las soluciones. El argayo tiene una cara visible, que quedó reflejada en fotos y vídeos, a los pocos minutos de producirse el derrumbe de la ladera sobre la carretera. Pero hay otra invisible que tiene que ver con la estabilidad de la ladera, tal como ha quedado configurada tras verter material sobre la calzada. ¿Es estable la ladera tal como está en el presente? ¿Se puede retirar el material del argayo, sin correr riesgos? ¿Puede haber más desprendimientos de rocas?
El ministro de Transportes, Óscar Puente, afirmó que el argayo «es muy grave»; los técnicos (geólogos, geotécnicos) no se atreven a decir cuándo se va a superar el desorden causado por el argayu. El ministro también dijo que la solución de emergencia –la vía con tráfico en los dos sentidos– «llevará tiempo». La experiencia vivida con otros famosos argayos en la región nos indica que los ciudadanos debemos hacer acopio de paciencia ante el corte de la autopista. En Salas, con el argayo de Casazorrina, ya están acostumbrados a esperar. Recuerdo que en la primavera de 2021, cuando se produjo el derrumbe, hubo unas declaraciones similares a las que hicieron estos días políticos y empresarios de la región («que se ejecuten las obras con la máxima agilidad», «con rigor y máquinas, en ocho o diez días como mucho podrá quedar despejado un vial», «nos han comunicado que van a trabajar a tres turnos»), pero, al final, no sirvió de mucho. El Ministerio de Transportes afirma que le corresponde a la empresa concesionaria (Aucalsa) de la autopista hacer las obras. Espero que no surja un conflicto entre el ministerio y la empresa a cuenta de la asunción de responsabilidades, para poder centrarse en el verdadero problema: ejecutar una actuación que dé plena seguridad a los usuarios de la AP-66. El argayo no siempre es fácil de prever, pero resulta obligado evitar la chapuza.
Que todo se haga rápido, pero sin aumentar los riesgos. El otro día celebrábamos la rebaja en el peaje y ahora nos conformamos con que la vía quede abierta.