La situación en que se encuentra la Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado (Muface) preocupa, y mucho, al millón y medio de mutualistas, a los gobiernos autonómicos y al Ministerio de Función Pública, cuyo titular, Óscar López, estudia modificar los pliegos de su primera propuesta de contrato al quedar desierta la licitación. Las compañías (Adeslas, Asisa, DKW) rechazaron la propuesta del ministerio, pese a que incluía un incremento del 17,2% sobre la prima ofrecida inicialmente para los conciertos de atención sanitaria 2025-2026 (1.337 millones en 2025 y 1.344 en 2026). Se agota el margen de tiempo para la negociación y desde el Gobierno se emiten dos tipos de mensajes: el Ministerio de Sanidad, cuya titular es Mónica García –Sumar–, abre los brazos para incluir a los mutualistas en la lista de la sanidad pública, mientras el Ministerio de Función Pública cree posible revalidar los conciertos, sin descartar acogerse a una prórroga de nueve meses que consta en los contratos con las aseguradoras.

Liquidar Muface y transferir al millón y medio de mutualistas, con sus familias, a la sanidad pública presenta dos problemas, uno económico y el otro de prestación de servicios. Como las competencias de sanidad están transferidas a las comunidades autónomas, el gasto recaería sobre estas. La cartera de afiliados de Muface está muy envejecida, el 31,9% de ellos tienen más de 65 años, lo que haría más costosa la asistencia. En Asturias, estaríamos hablando de 40.000 personas. Sorprende que la Consejería de Salud del Principado no vea obstáculos en asumir la atención sanitaria de los afiliados de Muface, cuando a estas alturas el último plan de choque contra las listas de espera no logra acortar la tardanza. Si se liquida Muface, el coste de la sanidad para los contribuyentes sería más alto y la gestión de las listas de espera sería más compleja. Si aumentan los pacientes y no crece el número de médicos, el resultado es fácil de predecir.

Creo que en el dilema entre mejorar la oferta a las aseguradoras o liquidar Muface se cuela la ideología. Por eso Mónica García está encantada en terminar con un «chiringuito privado». Me temo que nuestra Consejería de Salud no es ajena a ese tipo de consideraciones. Aun con el envejecimiento de los afiliados, la atención de Muface sale más barata para el erario público que la prestada por la sanidad del Principado. Ahora bien, si se trata de hacer una Administración más fuerte, lo mejor es recortar conciertos con el sector privado.