El Gobierno de Pedro Sánchez dejó de suministrar datos sobre las inversiones del Estado en las comunidades autónomas. Empezaron por dar las cifras con retraso y el pasado año quedó clausurada la tarea de informar. Antes, cada seis meses la Intervención General de la Administración del Estado publicaba un informe detallado de las inversiones en las distintas regiones que estaba al alcance de los gobiernos, partidos políticos y ciudadanos. En el mes de enero de 2023, todo lo relativo a la ejecución de las inversiones quedó opaco para las instituciones y el pueblo llano. María Jesús Montero, ministra de Hacienda, prefiere no comunicar esa información para gestionar de la manera que mejor le convenga los compromisos presupuestarios con los gobiernos autónomos.
A menos información, más demagogia que es lo que interesa a un Gobierno que vive de enhebrar relatos. No hace más de tres años que se puso de moda la apelación al relato en la actividad política española, que es una forma de renunciar a la exposición de los hechos, para sustituirla por versiones tendenciosas e interesadas, pero con apariencia de verosimilitud, al menos para el personal que está dentro del muro. Para que la gente quede convencida por el relato no hay nada más útil que borrar las cifras, que no son maleables como los discursos. La Junta General del Principado pidió, por unanimidad, que se vuelvan a publicar semestralmente las inversiones territorializadas, como se había hecho durante trece años. El Consejo Estatal de Transparencia exigió conocer los últimos informes; también quiere saber quién y cuándo decidió no publicarlos. Hay que ser ingenuos.
El modelo de alianzas de Pedro Sánchez pasa por hacer piña con todos los grupos nacionalistas (Junts, ERC, PNV, Bildu, BNG, Compromís, Coalición Canaria). No es una cuestión coyuntural, propia de la actual correlación de fuerzas parlamentarias, sino una estrategia a largo plazo, la de tener un fuerte nexo con un conjunto de fuerzas identitarias que rechazan o, por los menos, tienen dificultad para entenderse con cualquier partido que tenga sentido de Estado. De lo anterior se deduce que unas regiones saldrán más beneficiadas que otras por el Gobierno de Sánchez, ya que los partidos antes citados tienen un denominador común: sólo les importa su minifundio. En la vida pública la pista del dinero sigue al interés político, por eso hay regiones con más inversiones que otras. Para evitar los agravios comparativos es preciso ocultar las cifras.