Dos veteranos consejeros, Borja Sánchez y Alejandro Calvo, se han convertido en nuevos consejeros al asumir los contenidos (Industria, Medio Ambiente) que gestionaba la dimisionaria Belarmina Díaz. Sánchez se ha comprometido a «liderar la regeneración», expresión utilizada por el presidente Barbón para referirse a las irregularidades de la mina de Cerredo. No es una tarea sencilla la que tiene por delante Sánchez, ya que al escándalo de la mina se suman los problemas de la industria, que está en una situación crítica al sumarse la guerra de los aranceles a todos los obstáculos que ya tenía derivados de la exigente senda aprobada por la UE para luchar contra el cambio climático. En los últimos años, las demandas de la industria asturiana para producir sin incurrir en pérdidas no han sido escuchadas por Bruselas; tampoco por el Gobierno de España, que aprobó un Estatuto de Consumidores Electrointensivos a la medida de la producción industrial de otras regiones, como Cataluña, y de espaldas a las necesidades de las grandes factorías asturianas.
Para gestionar los intereses industriales, Borja Sánchez va a contar con el viceconsejero, Juan Carlos Campo, que tiene un perfil distinto al resto de miembros del Gobierno: catedrático de Tecnología Electrónica, fue durante ocho años director de la Escuela Politécnica de la Ingeniería de Gijón. En otros países, sobre todo en los anglosajones, es habitual que profesores universitarios sean llamados para participar en tareas de Gobierno, un servicio que los académicos valoran como un honor. En la etapa autonómica asturiana hubo varios ejemplos, pero no muchos, porque hay una cierta asimetría entre los conocimientos y la forma de enfocar los problemas de un catedrático y el consejero autonómico estándar.
La ventaja de Juan Carlos Campo es que es un tecnólogo y la industria, pese a lo ha dicho repetidamente por nuestro presidente, depende mucho más de la tecnología que de la ciencia. Si hay que entenderse con Arcelor, mande usted a un ingeniero, no a un científico. Ciencia y tecnología son eslabones de una misma cadena, pero sólo en términos muy amplios se puede decir que la industria asturiana se va a basar en la ciencia. En España, la investigación básica representa el 92% de la investigación científica de las universidades públicas. La investigación básica, por definición, no tiene aplicaciones inmediatas. Da apuro escribir obviedades.