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Juan Neira

LARGO DE CAFE

A LA VISTA DE TODOS

Las declaraciones de los mineros heridos en el accidente ocurrido en la mina de Cerredo son concluyentes; al menos en el asunto principal: la actividad que hacían en la mina. No estaban retirando chatarra u otras labores de limpieza, tampoco sacaban carbón para analizarlo. Llevaban dos o tres meses extrayendo carbón, colocándolo sobre vagones que lo transportaban hasta la calle y, luego, a través de una pala lo subían a los camiones. Llenaban de 44 a 50 vagones al día. Como en cada vagón se pueden cargar 900 kilos de carbón, pudieron haber sacado 2.376 toneladas y otras 4.050 de material. Como el precio depende de la calidad de la antracita, de la cantidad de tierra que lleva adherida y del mercado en que se venda, la factura pudo haber oscilado entre 712.800 euros y 2,4 millones. La última cifra correspondería a la venta en el mercado doméstico, en el que hay menos controles y se verifican, con cierta frecuencia, los pagos al contado. Los supervivientes del accidente señalaron que pensaban estar trabajando en la galería tercera unos días más. Entre las manifestaciones, los trabajadores apuntaron que los dueños de la explotación, Jesús Manuel Rodríguez y su hijo, accedían al interior de la mina acompañados de ingenieros.

Las declaraciones realizadas por los trabajadores, hechas en un contexto de investigación sobre las causas del accidente, tienen un gran peso, porque fueron protagonistas de una tarea, la extracción de carbón para venderla en el mercado, que está taxativamente prohibida desde el 31 de diciembre de 2018, fruto de la negociación entre Bruselas y el Gobierno español. Entonces se cerraron 26 explotaciones en Asturias, Aragón y Castilla y León, porque en caso contrario tendría que devolver las ayudas recibidas, tal como constaba en el acuerdo. Las subvenciones de la Comisión Europea estaban ligadas al compromiso del cierre. En la práctica quedaron clausuradas todas las minas de carbón españolas. La clave del cierre costeado por Bruselas estaba en dejar a las centrales térmicas sin el carbón que les posibilitaba generar electricidad. Entonces había 15 térmicas y ahora solo quedan cuatro que se transformarán o cerrarán este año.

Imagino que habrá que conocer el mundo de la mina para entender la desfachatez de sacar cientos o miles toneladas de carbón a la vista de todos. Aunque es más difícil, aún, comprender cómo los inspectores no se enteraron de nada y dejaron de hacer visitas porque en la mina solo tenían permiso para sacar chatarra. Impresionante.

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por JUAN NEIRA

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