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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA ABUELA Y EL PEAJE

Alcanzar la meseta circulando por la AP-66 supone un coste para todo tipo de vehículos, pero sobre todo para los transportistas que siguen esa ruta a diario. Ir hasta Madrid y vuelta a Asturias, pagando los peajes del Huerna y Guadarrama, supone un coste añadido de 80 euros. Con las empresas que operan desde Cantabria la competencia es desigual. Hay empresarios que trasladaron sus naves a León, una apuesta que a largo plazo puede ser rentable. A ello hay que añadir lo que ocurre con la mercancía que ve incrementado su precio al llegar al consumidor, una vez incorporado el coste del peaje. Las tasas en las autopistas, como otros tributos, se trasladan a los compradores, siendo un elemento inflacionario. Nos empobrece a todos, menos a la compañía concesionaria de la autopista que se beneficia de tener uno de los peajes más caros de España (cuando se prorrogó el peaje, desde el Gobierno de Aznar se dejó caer la especie de que se prolongaba la tasa durante veinticinco años para compensar a la empresa de las rebajas que había hecho en el peaje; pronto creció la tasa e hizo que la recaudación fuera muy lucrativa) y de exprimir el negocio durante casi setenta años.

En todo lo relativo a la comunicación con la meseta no hemos tenido mucha suerte con los gobiernos. Sin ánimo de eludir responsabilidades creo que parte del retraso de Asturias en relación al conjunto de las comunidades autónomas se debe a ser los últimos en resolver la cuestión de conectar con Madrid que es el gran nudo de comunicaciones, mercancías y negocios. Aún hoy, ni la alta velocidad ferroviaria que termina en Campomanes, ni la autopista AP-66, con el peaje arbitrario del Huerna –más oneroso que los fielatos decimonónicos–, nos dejan en desventaja.

En una sociedad tan envejecida como la nuestra mucha gente no viaja en coche particular, sino en medios de transporte colectivo. Es probable que, al leer una información tan intensa, como la de estos días sobre el peaje del Huerna, piensen que no va con ellos. Se equivocan. El peaje es un tributo que opera como el IVA. Según un producto pasa por distintas manos todas van pagando el Impuesto de Valor Añadido (IVA). En jerga fiscal se habla de ‘la cascada de IVAs’. Así es el peaje del Huerna: para elevar las barreras lo paga la empresa de transporte que lo transmite al mayorista, este al minorista y por fin recae sobre el consumidor final. Es probable que la abuela viuda, nonagenaria y sola ignore que en el precio de sus compras está incorporado el peaje. Por eso es un abuso.

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por JUAN NEIRA

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