Se cumple un año de la aprobación de la norma que regula los centros de enseñanza de cero a tres años, relanzados por el Principado con el nombre de ‘Les Escuelines’. Antes de iniciarse la campaña de las últimas elecciones autonómicas, Adrián Barbón dio a conocer el proyecto. En cada mandato, el presidente califica de proyectos estrellas tres o cuatro asuntos (vivienda, demografía, industria, etc.). A Les Escuelines les cabe el honor de integrar esa lista de iniciativas prioritarias para el presidente del Gobierno.
Como tantas otras iniciativas, las escuelas de cero a tres avanzan gracias a los recursos europeos. No sé si ocurre lo mismo en otras comunidades autónomas, pero en Asturias casi todo lo que se ejecuta cuenta con financiación de fondos extraordinarios provenientes de Bruselas que se iban a emplear en cuestiones estratégicas y hoy día se destinan, en muchos casos, en financiar gasto corriente.
La idea inicial consistía en crear una red pública y gratuita de escuelas de cero a tres años, pero surgieron imponderables que lastran el proyecto. Hay que distinguir entre los centros de nueva planta que forman parte de la red (ya hay veinte) y las escuelas de naturaleza municipal que tratan de integrarse. Los problemas se concentran en este segundo grupo de centros, porque en cada ayuntamiento hay condiciones laborales distintas, algunas trabajadoras son interinas, y las educadoras tienen muy claro que la ley del Principado decía que se produciría la integración en el primer semestre. Hoy tienen el primer día de huelga de los tres que hay marcados en el mes noviembre. Como en la política asturiana está todo desquiciado, es más importante la cuestión de Les Escuelines, a las que dedica el presidente del Principado muchas intervenciones públicas a lo largo del año, que cualquier otra etapa de la educación no universitaria.
En realidad, todavía la cuestión es más rocambolesca, ya que Les Escuelines adquieren interés político, únicamente porque van asociadas al bable, de ahí el nombre que se les da a los centros de cero a tres años. Abrigan la ilusión de avanzar en el bilingüismo (con el Eo naviego, el ciclo de cero a tres sería, en realidad, trilingüe) y alguno de los aliados que tiene el Gobierno en la sociedad, aún más sectario que ellos, cree que es posible marginar el castellano en beneficio del trilingüe si se empieza a dar la matraca a edades más tempranas. Cada vez habrá mayor gasto, y como en el País Vasco o Cataluña, sacaremos peor resultado en las pruebas de Pisa.