Entre el hermetismo oficial, se abre paso una lista encabezada por Ovidio Sánchez.
Ante las elecciones generales, los socialistas asturianos lo tienen claro: repetición de nombres y apellidos. Álvaro Cuesta, María Luisa Carcedo, Celestino Suárez y Mariví Monteserín ocuparán, de nuevo, los cuatro primeros puestos de la lista. La estabilidad del voto en nuestra región y la criba del método d’Hont para adjudicar escaños garantizan que los ocho diputados de la comunidad autónoma se repartan en dos cuartetos, uno para el PP y el otro para el PSOE. Cualquier alteración sobre esta distribución sería una sorpresa.
El desvelamiento del reclamo electoral socialista contrasta con el hermetismo del PP. De forma oficial no se sabe nada, salvo el descarte de la diputada Alicia Castro, por decisión personal. Debe ser que aún “no toca”. La estrategia del silencio no impide que florezcan las conjeturas. En el pasado otoño, el entorno de Gabino de Lorenzo movió pieza para decir que el primero de la lista sería Jaime Reinares, mano derecha del alcalde de Oviedo en sus primeros mandatos y compadre de Gabino desde los lejanos tiempos de la peña flamenca.
Reinares no es un valor en ascenso dentro del PP asturiano y ocupa un puesto de senador, sin demasiado lustre. Su peso en la política asturiana no es otro que el de ser persona de confianza de Gabino de Lorenzo. Un ejemplo. En 1995, cuando tocaba armar la candidatura autonómica del PP y el prestigio de Gabino De Lorenzo estaba intacto, el alcalde ovetense pensó en Reinares para encabezar la opción del PP, aunque al final el designado fue el diputado Sergio Marqués.
Lanzado el nombre de Reinares, la siguiente opción barajada fue la de Pilar Fernández Pardo, presidenta del PP gijonés. Si Reinares está de vuelta, Pilar todavía recorre el camino de ida. La candidatura de Fernández Pardo contenía un mensaje de renovación inequívoco, por el nombre y por el desplazamiento del centro de gravedad del PP, de Oviedo a Gijón. El liderazgo electoral de Pilar suponía proyectar una imagen distinta y un mensaje explícito de pelea por el voto, aunque en las elecciones generales esa disputa se realiza en coordenadas nacionales, con los rostros de Zapatero y Rajoy colgados por las vallas.
A las opciones de Reinares y Fernández Pardo se sumó pronto un nuevo nombre, el de Isidro Fernández Rozada, con la apariencia de superar el pulso entre Oviedo y Gijón. En realidad, la opción de Rozada no es la ensayar una tercera vía, sino la de mantener la organización asturiana del PP sobre los mismos equilibrios y sobreentendidos en que se ha movido durante tantos años.
Rozada, gran urdidor del PP regional, no tiene bases militantes propias, pero sabe cómo desenvolverse en el juego de fuerzas internos: mantiene una excelente relación con el sector del PP ligado a Álvarez-Cascos, practica la política de no agresión con Gabino de Lorenzo, y sabe cómo bailar con Ovidio Sánchez, siempre que no implique dar pasos cogidos. El problema, el gran problema de Rozada, es que electoralmente no representa el continuismo sino el regreso al pasado: líder de la leal oposición al presidente De Silva en la Junta General del Principado. ¿Es ese el tique con el que quiere comparecer Rajoy ante los asturianos?
CUARTETO RENOVADO
Ante estado de cosas, parece que en Madrid se abre paso otra opción electoral, encabezada por Ovidio Sánchez, que podría tener de compañeros de lista a Isabel Pérez Espinosa, Pilar Fernández Pardo y Jaime Reinares. De esa forma ninguno de los actuales diputados renovaría el escaño. Rozada pasaría al Senado, siendo elegido senador por la comunidad autónoma, el mismo estatus que tiene ahora Ovidio Sánchez. Como ocurre con todas las candidaturas, la selección de nombres estaría más vinculada a razones de orden interno que a captar votos.
El paso de Ovidio Sánchez de la Cámara alta a la Cámara Baja conllevaría el abandono del escaño en la Junta General del Principado, por precepto constitucional. Ovidio Sánchez quiere, por encima de cualquier otra consideración, una transición tranquila para el PP regional. Y desde la dirección nacional deben garantizársela, porque dio la cara cuando la organización asturiana estaba rota, y nadie quería poner el rostro para una severa derrotan como la que ya vaticinaban las encuestas en las elecciones autonómicas del año 1.999, tras la crisis con Sergio Marqués.
El encabezamiento electoral de Ovidio Sánchez sería una salida en positivo al ciclo político agotado del PP regional. Tras las elecciones autonómicas del pasado mes de mayo el PP asturiano entró en fase de provisionalidad hasta la celebración del próximo congreso. La elaboración de la candidatura a la Cámara sería el primer paso serio para configurar el nuevo mapa del poder en el PP asturiano.
Los intereses de Gabino de Lorenzo saldrían reforzados con la elección de los cuatro nombres que estudia Madrid. Colocaría en la parrilla de salida a dos personas de su absoluta confianza, Isabel Pérez Espinosa y Jaime Reinares. La primera podría seguir desempeñando sus labores como concejala de Oviedo, donde juega un papel especial en el eficaz marcaje que ha dictado De Lorenzo sobre la portavoz socialista, Paloma Sainz. La organización gijonesa mantendría su cuota de poder y ganaría en calidad: es distinto estar representados por Leopoldo Bertrand que por Pilar Fernández Pardo.
Del último congreso regional del PP salió un esquema de dirección con dos vicepresidentes, De Lorenzo y Fernández Pardo, y ahora la elección de la candidatura permitiría ahondar en esa vía, una vez que Ovidio Sánchez estuviese sentado en un escaño a la espalda de Rajoy y Acebes.
De las listas electorales, como en las direcciones orgánicas que se eligen en los congresos, salen ganadores y perdedores. Entre estos últimos estarían los dirigentes que representan el pasado, aquellos que nunca vieron con buenos ojos a Ovidio Sánchez, que respetaron desde la distancia a Gabino de Lorenzo y que nunca aceptaron a Pilar Fernández Pardo. Forman la oposición dentro del partido, y cuando se está mucho tiempo siendo la oposición de la oposición se corre el peligro de quedar fuera de las instituciones. Les quedan pocas semanas para recuperar el espacio perdido, porque no dan por perdida la batalla.