Igor Portu y Martín Sarasola, los dos etarras detenidos el pasado domingo en Mondragón (Guipúzcoa), fueron los autores del atentado en la Terminal de Barajas, el 30 de diciembre de 2006, que costó la vida a dos trabajadores inmigrantes y puso fin al llamado “proceso de paz”. En el atentado colaboró un tercer terrorista, Mikel San Sebastián, que se encuentra huido. Todos ellos actuaban bajo las órdenes de un lugarteniente de Cheroki, el dirigente de la banda que siempre se le ha asociado con la línea más dura de la organización. Los detenidos han dado conocer los planes del comando que pasaban por un próximo atentado de grandes dimensiones en el centro de Madrid.
La Guardia Civil ha realizado un importante servicio a la democracia al detener a los autores de la bomba de la Terminal de Barajas, que conmocionó a la opinión pública española, tras estar cerca de cuatro años sin sufrir atentados mortales. La neutralización de los terroristas tiene un valor impagable, porque evidencia la fortaleza del Estado frente a la banda etarra. La actuación cobra una mayor importancia, aún, si se tiene en cuenta que el comando pensaba cometer, próximamente, otro atentado en Madrid con un coche bomba. El servicio de la Guardia Civil se asemeja a los que realiza una brigada de salvamento al rescatar vidas. Así hay que valorar la actuación preventiva de las fuerzas de seguridad al detener a comandos que están activos: dos terroristas detenidos y 150 kilos de explosivos requisados en dos escondites de la banda.
A dos meses de las elecciones generales, los partidos políticos deberían renunciar a demagógicas rebajas fiscales o a realizar costosos “regalos” para jóvenes a cuenta de la Hacienda estatal, y reconocer que la división parlamentaria en torno a la política antiterrorista no puede volver a repetirse. Cuando ETA planea cometer un gran atentado en Madrid, resulta contrario al sentido común que las fuerzas democráticas se tiren los trastos a la cabeza a cuenta de cómo hay que enfrentarse a la banda etarra. La dura reacción del Gobierno vasco por las lesiones causadas a los dos etarras, al ser detenidos, evidencia que los grandes partidos democráticos tienen que estar unidos ante los enemigos de la Constitución.