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Juan Neira

LARGO DE CAFE

BAJO EL PARAGUAS DE RAJOY

La inercia municipal de Gabino de Lorenzo, con las repetidas mayorías absolutas y el desinterés que siempre mostró por los asuntos que estaban más allá de los lindes de su municipio (jamás protestó por el trazado costero de la autovía del Cantábrico ni vertió opinión sobre el curso que tiene que seguir el AVE), hicieron creer a todos que su vida política terminaría en el mismo lugar que la comenzó: el Ayuntamiento de Oviedo. De ahí la sorpresa colectiva al ofrecerse a encabezar la lista al Congreso de los Diputados por Asturias.

La entrada en escena de Gabino, saludada con entusiasmo por sus correligionarios, ha dado paso a un análisis sobre lo que aporta De Lorenzo a las opciones electorales del PP. Es evidente que el alcalde de Oviedo es una personalidad mucho más conocida y con mayor proyección sobre el electorado de la que tenían los diputados del PP en la legislatura que se acaba de clausurar. Si exceptuamos a Francisco Álvarez-Cascos, no hay ningún otro político asturiano de la derecha que concite tanto interés. Por eso siempre se habló de Gabino como un hipotético candidato del PP a presidir el Principado. Pese a las especulaciones, nunca dio un paso en esa dirección. Sin embargo, ahora, quiere ir al Congreso de los Diputados, con el argumento de contribuir a la victoria de Mariano Rajoy.

En la vida política de Gabino de Lorenzo no se le conoce ninguna salida en falso. De Lorenzo no es Gallardón. Mide muy bien la estrategia a seguir, aunque en sus discursos sea frecuente el recurso a las bravuconadas. Luchar por la presidencia del Principado conllevaría el riesgo de quedar sentado en los escaños de la oposición de la Junta General del Principado, de no alcanzar una victoria por mayoría absoluta, mientras que participar en las elecciones generales no tiene coste alguno, ya que es una competición con el resultado asegurado: el PP sacará cuatro diputados, en Asturias, y unos miles de votos más que el PSOE. Así fue en las anteriores convocatorias. En cuanto a la campaña electoral, el esfuerzo corresponde a Rajoy, que recorrerá la geografía, pondrá los discursos, repetirá las consignas y aportará liderazgo. Gabino avanza bajo el paraguas de Rajoy.

Más interés tiene analizar las consecuencias que conllevará en el PP asturiano la nueva dimensión política del alcalde de Oviedo. Por la carta que mandó a Jaime Reinares, presidente del Comité Electoral, la candidatura supone el nacimiento de “un nuevo PP orientado al futuro”. En su misiva, De Lorenzo liga la elección de la candidatura a la renovación en el partido: de un tiro, dos pájaros. Después de las elecciones generales, el PP regional celebrará su congreso, y podría intentar desde el escaño capitalino desembarcar en la presidencia del PP regional. Puede ser, pero no será un paseo militar. En contra de ese plan están los intereses del aparato del partido, el grupo parlamentario del PP en la Junta General del Principado y la organización municipal de Gijón. Para lograr ese objetivo, no basta la fuerte personalidad política de Gabino de Lorenzo sino que tendría que tejer alianzas, pactando con Pilar Fernández Pardo el reparto del poder. Los congresos de los partidos no se ganan con gestos para la galería ni declaraciones rimbombantes.

Las consecuencias políticas del paso dado por Gabino de Lorenzo son en alguna medida predecibles, pero no está claro el motivo que le ha llevado a alterar su rutina de alcalde, más allá de su voluntad de colaborar en la victoria electoral de Mariano Rajoy. En la actualidad ovetense está sobre la mesa el molesto asunto de la expropiación del palacete de Villa Magdalena, que pudiera terminar con el elevado pago de 63 millones de euros, por parte del Ayuntamiento al antiguo propietario. Sin quitar importancia a esta cuestión, no creo que sea la causa que haga vestirse de diputado a Gabino. La oposición socialista critica las ausencias del alcalde a los dos últimos plenos municipales, pero como los concejales socialistas cambian en cada convocatoria electoral, no pueden recordar que en el mandato de 1995 a 1999, el alcalde de Oviedo faltó a muchos más plenos, y no pasó nada.

Con Álvarez-Cascos dedicado a otros cometidos, quizás De Lorenzo se vea tentado a jugar el papel de conseguidor madrileño. Podría ser un paso intermedio para desembarcar como candidato en las próximas elecciones autonómicas. Después de vieyu, gaiteru.

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por JUAN NEIRA

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