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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA CARTA DEL BILINGÜISMO

En plena campaña electoral ha saltado la sorpresa por parte del PP regional al afirmar su cabeza de candidatura, Gabino de Lorenzo, que «está claro que al asturiano le hace falta una solución, como la tuvieron las otras lenguas españolas»; el alcalde de Oviedo considera que «la oficialidad puede formar parte de esa solución, siempre que no vaya aparejada con la obligatoriedad».

En la precampaña electoral, De Lorenzo recurrió al bable, varias veces, para hacer críticas a rivales o a compañeros del partido (Ovidio Sánchez), lo que puede interpretarse retrospectivamente como una forma de ir abriendo camino para lanzar la fórmula de la «oficialidad sin obligatoriedad». Por su parte, Isidro Fernández Rozada, número dos en la candidatura, se refirió de una forma más matizada al bable, en una entrevista en Canal 10, al declararse partidario del mismo y al expresar su deseo de que en la próxima reforma del Estatuto de Autonomía se encuentre una solución para la llingua.

Aunque no hay propuesta formal existen indicios suficientes para pensar que el PP va a proponer un cambio legal en el estatus de la llingua cuando se discuta la reforma del Estatuto de Autonomía. Al menos, ésa es su postura de partida. Hasta la fecha, PSOE y PP, las dos fuerzas mayoritarias que tienen en la Junta General del Principado 41 de los 45 escaños de la Cámara, mantenían una posición común, basada en la promoción y defensa de la llingua, tal como está reconocida en nuestro ordenamiento jurídico, pero contrarias a cualquier planteamiento de cooficialidad. El argumento más utilizado en defensa de esa postura es que no hay una demanda social relevante que exija conceder la oficialidad; un razonamiento político que tiene su derivada económica: la cooficialidad obliga a un mayor gasto a la Administración, en traducción y material de trabajo. La verdadera razón para rechazar la oficialidad es la aprehensión o la desconfianza de estos partidos ante la posible afloración de una problemática de corte regionalista o nacionalista, una vez que la llingua tenga rango oficial.

El momento escogido por los dirigentes del PP asturiano para abrir la puerta a la oficialidad de la llingua puede darle algunos réditos en las urnas, aunque quizás ocurra lo contrario y origine un trasvase de votos a favor de Unión Progreso y Democracia, el partido de Rosa Díez, que es más beligerante que el PP con las estrategias de los grupos nacionalistas. Pero de lo que no caben muchas dudas es que la propuesta del bilingüismo oficial choca con el discurso de Mariano Rajoy, tendente a relativizar las problemáticas culturales de las comunidades autónomas y centrarse en los rasgos comunes del territorio nacional. El reconocimiento de una lengua vernácula, como lengua oficial de una comunidad autónoma, no es un hecho extraordinario en España, pero lo que sería llamativo es que ese paso llegara de la mano del PP.

Si tras las elecciones generales la dirección del PP propone la oficialidad de la llingua en el seno de la comisión parlamentaria que reforma el Estatuto de Autonomía no habrá ningún grupo que le contradiga. La negativa del PSOE a conceder la oficialidad durará mientras el PP se mantenga firme. Lo que no van a permitir los socialistas es que les cuelguen el sambenito de ser los guardianes de las esencias centralistas, con el resto de los partidos políticos, parlamentarios y extraparlamentarios, en su contra. A nadie puede extrañar que se dé este fenómeno, porque todos los avances políticos y culturales del regionalismo ó del nacionalismo en España se produjeron cuando el PSOE ó el PP mantuvieron posturas diferentes.

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por JUAN NEIRA

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