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Juan Neira

LARGO DE CAFE

PSOE, gestión con escollos

El cambio de ciclo económico y las desavenencias entre la izquierda en Asturias, complican la gestión de la nueva etapa política

EL ciclo electoral, abierto hace diez meses con los comicios autonómicos y locales, y cerrado hace quince días con las elecciones generales, arroja un saldo muy satisfactorio para el Partido Socialista en Asturias, al haber triunfado en las tres convocatorias. La renovación de las corporaciones municipales ha supuesto la consecución de 54 alcaldías para el PSOE y 12 para su principal rival, el PP, sobre un total de 78 ayuntamientos. En las urnas autonómicas hubo una mayor equiparación entre los dos grandes partidos, marcando la diferencia el voto de la emigración, que ya supone una difusa ‘séptima urbe’ del Principado, por el nivel de votos que representa. El presidente Areces logró su tercera victoria consecutiva, aunque el PSOE sólo sacó un escaño de diferencia al PP.

En cuanto a las elecciones generales, cabe decir que supusieron un hito para los socialistas, porque volvieron a ganar en ese tipo de convocatoria tras doce años recogiendo derrotas. Por número de votos y porcentaje de sufragios, el PSOE ha logrado el segundo mejor resultado de la larga serie de diez elecciones generales en 31 años de democracia. En esta convocatoria fue donde recibió el PP la derrota más dolorosa en Asturias, al quedar a casi 38.000 votos de diferencia del PSOE, arruinando el prestigio electoral de su cabeza de lista, Gabino de Lorenzo, tras 17 años como alcalde de Oviedo.

La victoria de Zapatero, clave para los planes del Principado y para algunas actuaciones municipales, como la del metrotrén en Gijón, sirve para dar continuidad al trabajo de colaboración entre las administraciones, tan diferente a los continuados desencuentros del pasado, visibles hasta en los motivos más fútiles, como la lucha por el protagonismo en las ceremonias de inauguración de cualquier pequeño tramo de carretera. Por otra parte, los principales competidores políticos, PP e IU, se encuentran en plena resaca electoral, un proceso doloroso que consiste en metabolizar la derrota en las urnas, con cambios internos y reajustes de estrategia. Ante la perspectiva creada por el triunfo electoral y la continuidad en los gobiernos, pueden los socialistas caer en el error de dejarse llevar por una valoración optimista sobre el futuro que les aguarda. El escenario de la política es cambiante, por definición, y algunas de las ventajas que tuvieron en el anterior mandato se trocarán en obstáculos.

El Gobierno de Zapatero mostró la inversión en infraestructuras, como ejemplo de eficacia («somos el Gobierno que construye más kilómetros de AVE del mundo») y utilizó el gasto público como llave para ganar socios parlamentarios, particularmente los nacionalistas, que son unos grupos de personalidad bifronte fascinados por el ideal de independencia con respecto al Estado, pero predispuestos a cualquier acuerdo que comporte inversiones del Estado sin poner ellos ni un euro. El caso más clamoroso es el de la ‘Y’ vasca, definida y anunciada por el PNV, y preparada para ser costeada por el Gobierno central: 5.000 millones de euros.

Menor recaudación

En este nuevo mandato, la inversión y el gasto público caerán en picado, sobre todo a partir del año que viene, porque la recaudación de Hacienda acompaña al ciclo económico (espectacular el descenso de la recaudación de IVA en los dos primeros meses del presente año). En ese contexto, los presupuestos públicos dejan de ser la ocasión para tejer alianzas y se convierten en fuente de exclusiones. Si en la primera legislatura de Zapatero la bonanza económica dio oxígeno al Gobierno frente a los avatares de la política, en este mandato vamos a conocer la situación inversa, con el discurso político protegiendo los flancos de la coyuntura económica. No hay que descartar que al daño que causa la estadística del desempleo creciente en la imagen de cualquier gobierno, haya que sumar movilizaciones sociales, propias de un contexto de inflación de costes, en la que los sindicatos luchan porque los salarios no queden rezagados con respecto a los precios.

En Asturias, la solidaridad del Gobierno central con el Principado se dejó notar en los Presupuestos Generales del Estado, hasta el punto de invertir 3.431 millones de euros en cuatro años, una cantidad superior en 361 millones a la suma de las inversiones de las dos legislaturas anteriores. La desaceleración o crisis económica va a provocar un cambio en la ejecución de la obra pública. No hay mayor simpleza que considerar que el compromiso de los gobiernos con la realización de las infraestructuras está al abrigo de los cambios económicos. En el primer ‘cara a cara’ entre Zapatero y Rajoy, el candidato del PP amonestó a su rival, diciendo que no hablara tanto de macroeconomía, que eso no le decía nada a la gente, cuando es la macroeconomía la que más condiciona el bienestar de los ciudadanos. Todas las ‘primeras piedras’ de Cascos fueron posibles por la macroeconomía de Rato, y la asombrosa capacidad para asumir compromisos de Zapatero con el Principado (con la excepción del peaje del Huerna) descansó en la estabilidad macroeconómica de Solbes. Como el debate político en Asturias cabalga sobre la realización de obra pública, la forzosa corrección de los calendarios de infraestructuras hará mella en la opinión pública.

El otro rasgo diferencial negativo del presente mandato se encuentra dentro de nuestra región, y tiene que ver con la posición de minoría del Gobierno de Areces en la Junta General del Principado. La discusión de la reforma estatutaria va a distanciar a IU del PSOE. Tiene razón la dirección del Partido Socialista cuando dice que no se podría abordar la reforma con un gobierno de coalición, porque el disenso sobre la llingua, o sobre cualquier otro tema, llevaría aparejada la crisis del gobierno. Lo que ocurre es que ese razonamiento también es válido para la vía elegida: la reforma del Estatuto cegará la entrada de IU en el Gobierno. Dada la crisis de liderazgo en el PP regional y la debilidad de IU, no hay que descartar que los socialistas opten por la convocatoria de elecciones anticipadas, tras la aprobación del nuevo Estatuto de Autonomía, pero aún es prematuro para afirmarlo. En todo caso, un tipo de dificultades que no existían tras el primer triunfo de Zapatero.

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por JUAN NEIRA

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