Ovidio Sánchez sigue con su táctica de inventar órganos partidarios para asegurarse la reelección como presidente del PP en el congreso regional. El grupo de trabajo compuesto por Fernando Goñi, Joaquín Aréstegui e Iglesias Caunedo, que había sido creado para preparar los congresos (nacional y regional), se amplía con otro miembro de la junta local de Gijón, que designará Pilar Fernández Pardo. Hasta ahora los congresos se preparaban a través de la estructura orgánica recogida en los estatutos del partido, pero ahora Ovidio ha recurrido a la utilización de estructuras nuevas que tienen la ventaja de concentrar a dirigentes de las juntas locales más poderosas. Aréstegui personifica el poder del PP en Avilés, Iglesias Caunedo es la mano derecha de Gabino de Lorenzo, y el militante que escoja Pilar Fernández Pardo representará a Gijón en el nuevo grupo. Fernando Goñi no cumplía con el requisito de representar a la junta local gijonesa, porque es un dirigente más cercano a Ovidio que a Fernández Pardo. En resumen, mientras Alicia Castro sigue de reflexión, Ovidio Sánchez se gana el apoyo de las principales juntas locales: Oviedo, Gijón y Avilés.
La función principal de los congresos es elegir equipos de dirección, así que en los periodos precongresuales se trabaja para visualizar una determinada correlación de fuerzas en el interior de los partidos. Ovidio se ha movido rápidamente para desactivar la alternativa de Alicia Castro. El primer paso fue ganarse el apoyo de Gabino de Lorenzo y proceder al cierre de filas del grupo parlamentario. A partir de ahí, Ovidio se ganó el favor de Avilés y Gijón, tomando medidas expeditivas contra los discrepantes. Que se lo pregunten a Manuel Peña, que pagó su apoyo a Alicia Castro con la pérdida de su puesto de portavoz en el Ayuntamiento de Avilés. Se quedó sin puesto y sin sueldo, así que tendrá que buscar trabajo en otra parte.
Cuando quede claro que Ovidio Sánchez cuenta con suficientes apoyos para ser reelegido presidente, deberían proceder los integrantes del llamado “grupo de trabajo” a decir algo de política, porque los tinglados organizativos sólo sirven para ganar pulsos a los compañeros de partido, pero no quitan ni un voto a sus rivales, los socialistas.