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Juan Neira

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Renovar los argumentos

Frente a la idea de cambiar caras, en el Partido Popular asturiano es más urgente apostar por nuevas propuestas
La enconada disputa en el PP asturiano no entraba en las previsiones. Perder las elecciones no es un plato de gusto para ningún partido, pero si los derrotados hubiesen sido los socialistas no es imaginable que hubieran relevado al portavoz de un importante ayuntamiento, que la representación parlamentaria en la Junta General del Principado se hubiese dividido en dos bloques, o que los dos máximos dirigentes de la organización, como Ovidio Sánchez y René Saavedra en el PP, anduvieran a la greña. Las organizaciones del PP en el resto de comunidades autónomas no suministran noticias a la prensa, y lo más llamativo del PP viene de Mariano Rajoy que se tomó con especial calma los prolegómenos de la nueva legislatura.

La actitud de algunos diputados autonómicos, llamados a constituirse dentro de unos meses en sector crítico, no tiene en cuenta un dato básico para el análisis político: tras los comicios del 9 de marzo pasado, la figura de Ovidio Sánchez, que había quedado amortizada tras las elecciones autonómicas, encuentra motivos para revivir. El relevo lógico de Ovidio Sánchez era Gabino de Lorenzo, que tenía fama de ganar elecciones, pero hace tres semanas cosechó unos resultados mucho peores que Sánchez en las urnas autonómicas. A la vista del registro electoral de Gabino de Lorenzo, la mínima derrota de Ovidio ante Areces puede ser interpretada como una victoria. Dicho de otra manera: los reproches electorales al presidente del PP realizados durante los últimos años pierden fuerza ante la dimensión del batacazo llevado por De Lorenzo.

El otro hecho que refuerza el papel de Sánchez como presidente del PP es la decisión de Mariano Rajoy de presentarse a la reelección en el congreso nacional del partido. Rajoy perdió dos elecciones y se apresta a seguir en el poder, pese a que hay un sector de la derecha que hace esfuerzos sobrehumanos para no corear el nombre de Esperanza Aguirre. Se esté de acuerdo o en desacuerdo con la decisión de Rajoy, lo cierto es que apuesta por el continuismo, propuesta preconizada por Ovidio Sánchez para Asturias.

Para acabar de fortalecer la posición de Ovidio Sánchez, los dirigentes descontentos con su liderazgo buscan una alternativa en Alicia Castro, que antes de confirmar su vuelta a la política ya aclara que no será candidata en cualquier futura elección. Si Ovidio es un perdedor no puede ser relevado por alguien que renuncia a ser ganador. En consecuencia: de las elecciones del 9 de marzo en Asturias salieron dos ganadores, el PSOE y Ovidio Sánchez. Así es la política.

Como las peleas internas de los partidos se cuecen entre filias y las fobias, es probable que los razonamientos anteriores no aporten ninguna luz a los críticos, que están llamados a repetir el papel jugado por Juan Morales, desaparecido de la escena aunque en el último congreso regional se le eligió como adjunto a los dos vicepresidentes. Todo un cargo para no tener ningún papel. El argumento de la ofensiva de los críticos es el mismo que el utilizado por Ovidio Sánchez para su defensa: la renovación.
Una bandera única
Todos quieren renovar, aunque a la hora de concretar entienden la renovación como la sustitución de sus rivales. Bajo la bandera de la renovación no aparece ninguna cara nueva, así que más que de renovar hay que hablar del clásico «quítate tú para ponerme yo». Es habitual que las peleas en el interior de los partidos se reduzcan a un pulso por el poder.

Pero el PP asturiano está en una situación especial para permitirse un duelo con bajas (la primera víctima ya es el ex portavoz del Ayuntamiento de Avilés, Manuel Peña, que perdió función y sueldo) y daños colaterales. Veamos este asunto.

El desastre electoral del otrora invicto Gabino de Lorenzo debería llevar al PP regional a pensar que tan importante como encontrar un candidato atractivo es dotarlo de un discurso coherente. Yo creo que hay un permanente desencuentro entre la base electoral asturiana del PP, potencialmente tan numerosa como en otras regiones, y las cosas que dicen o hacen sus representantes. Como no hay ninguna elección a la vista (los comicios europeos no computan para lo que trato de exponer), la mayor urgencia del PP asturiano está en revisar sus mensajes.

En la pasada legislatura, Zapatero abrió la espita del debate territorial, lo que causó una controversia vivísima con réplicas en todas las comunidades autónomas. Lo que envenenó el debate fue el texto del ‘Estatut’, con un contenido identitario inflamable y una propuesta de financiación autonómica más que preocupante para las comunidades pequeñas y dependientes del Estado, como Asturias.

Pues bien, Ovidio Sánchez, en un ejercicio de ligereza sin precedentes, se declaró dispuesto a elevar el techo de las reivindicaciones autonómicas hasta igualarlas con Cataluña, creyendo que así le metía en un apuro al presidente Areces. Ovidio Sánchez no se dio cuenta de que si a Asturias le ceden el 50% de la recaudación de los grandes impuestos, como a Cataluña, dentro de unos años tendrá menos dinero que si lo recibe por el fondo de suficiencia, ya que la recaudación fiscal en Asturias crece por debajo de la media española y muy por debajo de la catalana.

Posteriormente, el presidente del PP dio un bandazo en sus posiciones y se negó a reformar el Estatuto. En definitiva, el discurso de la moderación autonómica lo defendieron los socialistas asturianos, perdiendo el PP la ocasión de levantar esa bandera en nuestra región contra de las posiciones de Zapatero, que dio luz verde a las tesis catalanas.

Otra asignatura pendiente del PP es la orientación de su discurso político hacia el sector servicios, que es el que concentra más empleo y en el que tienen menos penetración ideológica los sindicatos de clase. En vez de orientar por ahí sus preocupaciones, el PP sigue fielmente las demandas de los sindicatos mineros, obsesionado con enterrar dinero en las cuencas. Una actitud que compatibiliza el PP con las críticas a las subvenciones de Areces.

Dejo para el final dos ‘perlas’. Los reparos puestos por dirigentes del PP a la planta regasificadora y la defensa de la cooficialidad de la llingua, al sentir nostalgia de Sergio Marqués, el único dirigente del PP que batió en las urnas autonómicas a los socialistas: veintiún escaños contra diecisiete.

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por JUAN NEIRA

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