Los dirigentes de las dos izquierdas, PSOE e IU con sus grupos coaligados, han firmado en un hotel el acuerdo que sanciona la entrada de IU en el Gobierno regional, para desarrollar un extenso documento negociado entre ambas formaciones. La política es imagen, por eso el famoso pacto ya ha sido fotografiado en tres ocasiones: durante el fin de semana con motivo de alcanzar el acuerdo; el pasado martes, cuando las direcciones colegiadas de los grupos firmantes lo ratificaron; y ayer, en el momento de poner la rubrica sus máximos dirigentes sobre el papel. Una de las características de la política española en los últimos años consiste en multiplicar las imágenes, mientras que se ocultan los procesos de toma de decisiones. Todavía hay ingenuos que creen que en los consejos de ministros se discute de política, sin reparar en que las deliberaciones y las resoluciones se realizan en instancias ajenas al control de la opinión pública: maitines, gabinetes de crisis, fontaneros.

Los máximos dirigentes de los dos partidos, Javier Fernández y Jesús Iglesias, se mostraron convencidos de poder superar las diferencias que surjan. En la pasada legislatura, se magnificaron las controversias y los roces que hubo entre ambos grupos, cuando no hubo ni un solo asunto relevante que dividiera al Gobierno. En el debate político asturiano hay una capacidad especial para convertir los pequeños incidentes en obstáculos insalvables, cuando en ningún territorio se juega la estabilidad de un gobierno por cosas tan fútiles como el carácter de centro público o concertado de un geriátrico, o por la suerte laboral de un grupo de técnicos (veterinarios, médicos o bomberos) contratados por la Administración.

Si dos partidos se coaligan cuando ya transcurrió un tercio de la legislatura -porque fueron incapaces de hacerlo antes-, y lo hacen urgidos por la magnitud de la crisis económica, lo mínimo que cabe esperar de ellos es que mantengan la alianza durante el resto del mandato y eviten el espectáculo de trasladar a las instituciones sus fobias ideológicas. Vamos a decirlo más claro: sería imperdonable que se formara un gobierno de coalición para tener más respaldo parlamentario y que luego aparecieran grietas en la mesa del Consejo de Gobierno