La IX Asamblea Federal de Izquierda Unida terminó sin elegir al sucesor de Gaspar Llamazares. Las corrientes de opinión en que se divide la coalición se han contentado con votar el consejo político federal, pero de él no salió la figura del coordinador general, porque ninguna corriente de opinión dio su brazo a torcer. De forma provisional el candidato del PCE, Cayo Lara, será el máximo responsable de IU.

La pésima relación entre los distintos grupos o facciones que cohabitan en IU no pudo superarse en maratonianas reuniones durante el fin de semana. A lo más que llegaron fue a suscribir un documento que busca sentar las bases de la refundación de IU, para ser una «izquierda anticapitalista, alternativa y transformadora». Luego, se presentaron distintas listas para dirigir la fuerza política, siendo la que apoya el PCE la más votada, seguida por el grupo de Llamazares y la llamada tercera vía.

Aprobar un documento de corte ideológico no sirve para nada, aunque contara con el respaldo de todos los delegados a la Asamblea Federal. Lo que necesitaba IU era mostrar un mínimo grado de unidad interna y elegir a un líder para dirigir a la fuerza política. Claro está que cuando hay una mayor animadversión hacia los miembros de otras corrientes de opinión que hacia los militantes del PSOE o del PP, resulta muy difícil alcanzar el consenso sobre la persona que gestionará los intereses de IU. No tiene sentido hablar de refundar la fuerza política, cuando entre los miembros del PCE y los seguidores de Llamazares no hay prácticamente nada en común. En su día, IU no avanzó más en su definición y su estructura orgánica porque mantuvo en su seno al Partido Comunista, como club selecto que copaba casi todos los puestos de salida en las elecciones generales, autonómicas o municipales. La situación ha evolucionado hasta llegar a ser IU una marca electoral que agrupa a varios grupos diferentes y mal avenidos. Resulta harto complicado refundar IU a partir de los actuales componentes.

En Asturias, la corriente de Llamazares es mayoritaria, lo que facilita la relación con otros partidos políticos, así como el normal desenvolvimiento de las instituciones. Aún así, si la corriente de Cayo Lara se hace con la mayoría, el grupo ‘llamazarista’ asturiano tendrá que refundar algo por su cuenta.