Esta semana se producirá el relevo en el Gobierno regional con la toma de posesión de los consejeros de IU, así como de la nueva consejera socialista de Cultura, Mercedes Álvarez. A continuación se consolidarán las altas y bajas en otros puestos de la Administración: las viceconsejerías y varias direcciones generales. Con todo respeto para los implicados en el baile de nombres no cabe hacer análisis político sobre apellidos, porque no entran y salen en los cargos por tener perfiles políticos diferenciales que quepa asociar a determinadas políticas, sino por la necesidad de reubicar al personal al pactar la formación de un Ejecutivo de coalición con IU. Entre la voluntad de permanencia de los políticos asturianos en las instituciones y el desbarajuste que produce un acuerdo de coalición a mitad de legislatura se organizó el puzzle de nombres.
Las variaciones en el Gobierno regional tienen un alcance limitado, aunque sin circunscribirse únicamente a las consejerías de IU. Al presidente Areces le hubiera beneficiado una renovación más profunda del Ejecutivo por diversas razones. En primer lugar, porque puestos a hacer modificaciones en el Gobierno, un cambio amplio daba la posibilidad de prescindir de los consejeros más desgastados. Una renovación profunda añadiría verosimilitud a la explicación oficial de preparar al Gobierno para una etapa muy distinta, marcada por la crisis económica.
Por último cabe añadir que, si la entrada de Noemí Martín y Aurelio Martín otorga un indiscutible protagonismo a IU, el relevo de tres o cuatro consejeros más dejaría diluido su papel. Un cambio amplio en el Ejecutivo conllevaría un mensaje nítido: la transición de un Ejecutivo monocolor a otro de coalición estaría liderado por el presidente, sin venir impuesto por condicionantes externos.
La renovación limitada tiene la ventaja del posibilismo, al atenerse a lo acordado por las direcciones de los partidos, y trata de repetir la dinámica de la legislatura pasada, en la que el Ejecutivo de coalición aportó gran estabilidad política a las instituciones asturianas. Una cosa está clara: con profundas modificaciones del Gobierno o con pequeños cambios, el partido que sale perdiendo es el PP, que puede quedar tan arrinconado como en la pasada legislatura.