El Congreso del PP se ha saldado con la victoria de Ovidio Sánchez, que ve prorrogado su liderazgo en el partido por otros tres años al obtener el voto del 61,2% de los compromisarios, frente al 38,8% de Juan Morales. La amplia red de apoyos con que contaba la candidatura del presidente del partido, con las juntas locales de Oviedo, Gijón y Avilés a su favor, al igual que la práctica totalidad del grupo parlamentario, hacían prever una victoria más holgada, pero en las urnas se demostró que no existía una vinculación estrecha entre las orientaciones dadas por las direcciones locales y la opción tomada por los compromisarios. Frente a los apoyos de Ovidio Sánchez, el argumento fuerte de Juan Morales estaba en la trayectoria del PP en los últimos nueve años, en los que encadenó tres derrotas consecutivas en los comicios autonómicos y sufrió un descalabro en las últimas elecciones generales, al quedar la candidatura de Gabino de Lorenzo a 38.000 votos de la encabezada por Álvaro Cuesta.
Aunque los dos candidatos enarbolaron la bandera de la renovación, el afán de cambio se identificaba más con el discurso de Juan Morales, lo que le sirvió para obtener un resultado superior al que se desprendía de los apoyos con que llegó al congreso. Alcanzar el 38,8% de los votos le permite alzarse como referencia crítica dentro del partido, aunque es un papel muy ingrato cuando no se está en las instituciones ni se cuenta con medios materiales para hacer política, y cada movimiento supone un esfuerzo personal, mensurable en tiempo, energías humanas consumidas y dinero.
El resultado obtenido por Juan Morales está muy cerca del máximo que podría alcanzar, porque el sector crítico del PP no actuó con decisión en los meses previos al congreso, quedando su actividad reducida a reuniones semiclandestinas, en las que los dirigentes ocultaron las cartas que iban a jugar (Juan Morales, incluido) hasta que el tiempo se les echó encima. Ovidio Sánchez no logró una victoria aplastante, pero del congreso sale con una mayoría clara. El hecho de ser reelegido en competencia con otro candidato refuerza su postura, porque los descontentos con la dirección del partido se pudieron expresar en el congreso votando a otra alternativa. Su liderazgo no es fruto de un cambalache, sino del voto libre de 1.154 compromisarios.
Tareas
Como ya expresó el propio Ovidio Sánchez en el congreso, la principal tarea del nuevo equipo de dirección tiene que consistir en mejorar su implantación territorial. En la actualidad hay una clara falta de correspondencia entre el voto que logra el PP en las elecciones autonómicas y sus resultados en las municipales. En las últimas elecciones autonómicas el PP obtuvo 20 escaños en la Junta General del Principado, uno menos que los socialistas. Sin embargo, el PSOE cuenta con 54 alcaldías, por tan sólo 12 del PP. En las elecciones generales o en las autonómicas está muy presente la imagen de los partidos, y el PP asturiano se presenta protegido bajo el paraguas de la dirección nacional (antes Aznar y ahora Rajoy), pero el voto municipal depende de las cercanía y las organizaciones locales del PP son débiles.
Mientras no mejore la implantación territorial, el PP tendrá un gran handicap para progresar, porque carece de una correcta perspectiva regional. La dependencia que tiene la política del PP regional del Ayuntamiento de Oviedo proviene de esa descompensación, que le lleva a poner la estrategia parlamentaria al servicio de los intereses del Ayuntamiento de la capital. Si se quiere gobernar Asturias y la mayoría de los municipios no se puede reducir la comunidad autónoma a las coordenadas de Oviedo.
Ovidio Sánchez ha renunciado a volver a ser candidato a la Presidencia del Principado, lo que quiere decir que el PP está abocado a la bicefalia, un liderazgo dual que no tiene dicho partido en ninguna comunidad autónoma. El precedente más cercano es el de Sergio Marqués (presidente del Principado) e Isidro Fernández Rozada (presidente del partido), un modelo de reparto de papeles que llevó al PP a la quiebra, hasta tal punto de no haberse recuperado del desastre una década más tarde. La bicefalia es, por definición, una apuesta delicada, aunque hay casos en que funciona, como ocurre en el socialismo asturiano (Areces en el Gobierno y Javier Fernández en el partido). Ovidio Sánchez tendrá que manejar con mucha sutileza la situación para que la bicefalia no termine en competencia interna. Escoger la persona del candidato no corresponderá sólo a Ovidio ni se podrá decidir en el grupo parlamentario, debiendo contar con el apoyo de las principales juntas locales.
Al terminar el congreso, Pilar Fernández Pardo declaró que el apoyo de Gijón había sido decisivo para el triunfo de Ovidio Sánchez, algo que también pueden decir Gabino de Lorenzo o Joaquín Aréstegui de sus respectivas organizaciones locales. Sin el apoyo de las direcciones de Oviedo, Gijón y Avilés, el congreso lo habría ganado Juan Morales.
La diputada y concejala gijonesa señaló que nadie había trabajado tanto por la renovación como el PP de Gijón. Si su interés estaba en la renovación, creo que Pilar Fernández Pardo debería sacar otra conclusión a la vista del resultado del congreso. Si Juan Morales, ayuno de apoyos, rozó el 40% de los votos, cuánto hubiera sacado el sector crítico formando tándem Pardo y Morales. La líder gijonesa podría haber ganado el congreso, si en su momento se hubiera dotado de una estrategia.