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Juan Neira

LARGO DE CAFE

UN DEBATE FALLIDO

La parte más interesante de la sesión de investidura está en el debate entre el candidato y los portavoces. Sabido lo que ocurrirá en la votación, la expectación reside en el pulso dialéctico.

El resultado del debate fue decepcionante, por el formato escogido y la calidad de las intervenciones. La Mesa de la Junta General del Principado eligió un modelo que no propiciaba la discusión e impedía los «cara a cara» entre el candidato y los dirigentes opositores.

La Mesa decidió que los portavoces hablaran uno detrás de otro; tras los siete discursos, Adrián Barbón les respondía en conjunto. De esa forma se evitan duelos dialécticos, cada uno dice lo que quiere, responde lo que le parece y a votar.

Puestos a hacer todo al revés, las intervenciones de los grupos se ordenaron de menor a mayor, justo al revés de lo que se hace en el Congreso de los Diputados.

Equívoco

Decidido el orden del día, la puesta en escena condujo al equívoco. Durante tres horas formularon críticas los portavoces sin obtener respuesta, hasta que salió Dolores Carcedo y les echó un rapapolvo. Tal parecía que era ella la candidata a presidir el Principado. Si alguien dudaba de la idoneidad de la consejera de Hacienda para hacer de portavoz socialista se equivocaba. Tras el repaso de Carcedo, salió Barbón, por fin, para incidir en las críticas, pero con palabras más amables.

El resultado final muy deslucido, con ausencia de réplicas del candidato, grupo por grupo, y con doble ración de admoniciones para cerrar el turno. Si los estrategas de la Mesa de la Junta General del Principado querían convertir la investidura en un mero trámite, lo consiguieron.

El estreno de Marcos Líndez, moderando una sesión de investidura, también fue deslucido. Interpretó de una forma tan rígida los tiempos de intervención que cuando los portavoces se excedían en siete u ochos segundos apagaba los micrófonos. Ángeles Vallina (IU) e Ignacio Blanco (Vox) quedaron con la palabra en la boca. Cuando Marcos Líndez era portavoz siempre fueron más flexibles con sus intervenciones.

Hubo dos discursos distintos al resto, el de IU y el de Vox. Ángela Vallina dedicó sus dos turnos de palabra para hablar del diálogo, la negociación, el pacto, lo negativo que es el bloqueo y la necesidad de dar prioridad a los intereses de Asturias.

Ningún reparo a la gestión socialista, ningún dato negativo sobre la coyuntura. Con Aurelio Martín (IU) incorporándose al gobierno del PSOE en Gijón, las probabilidades de un gobierno de coalición en el Principado quedan abiertas.

Ignacio Blanco (Vox) hizo un rápido repaso a la realidad socioeconómica asturiana, desde las 38 escuelas rurales cerradas estos años, hasta las listas de espera en la sanidad, pasando por las térmicas que se van a cerrar en Asturias, mientras en Alemania hay 85 abiertas. Señaló que Vox respeta la Constitución y que es el partido que sufre más agresiones. Adrián Barbón sacó a relucir frases homófobas de dirigentes de Vox y en el turno de réplica, Blanco le leyó frases machistas de dirigentes y ministros del PSOE. El duelo Barbón / Blanco será un clásico en el mandato.

Podemos

Había expectación por escuchar a Lorena Gil (Podemos), tras haber fracasado el acuerdo con el PSOE que daría la mayoría absoluta a la izquierda. La relación de Podemos con el PSOE sigue atascada, como en el anterior mandato. Las culpas están repartidas. Lorena Gil dio datos incontestables: en cuatro días se pretendía llegar a un acuerdo de dos páginas, mientras en Navarra se hizo un texto de 77 páginas, en Valencia se negoció durante siete semanas y en Baleares 20 días.

También Barbón tiene su cuota de razón. No es de recibo contabilizar como ingreso las futuras medidas contra la corrupción o el resultado de la lucha contra el fraude fiscal. Menos aún se puede poner un incremento de financiación a cuenta del Estado, sin que el Estado haya dicho ni media palabra.

En cualquier caso, Lorena Gil ha dejado claro que el formato de acuerdo con IU no sirve para Podemos. Laura Pérez (Ciudadanos) realizó una intervención informal, con bromas, concesiones al tuteo, alusiones a una pretendida generación ‘X’, de la que ella forma parte, y diagnósticos arriesgados, «la relación esquizofrénica que tienen (PSOE) con Podemos».

Adrián Pumares (Foro), de la misma generación que Laura Pérez, mostró el nuevo rostro de Foro: amable, sencillo, conciliador. Puede que los portavoces de Ciudadanos y Foro sean representantes de una nueva derecha. Tan nueva que yo la desconocía.

Mallada

Teresa Mallada pronunció la intervención más clásica del debate de investidura, con un repaso a sectores y territorios, con el acierto de rescatar a los parados de larga duración o a los trabajadores autónomos, lagunas en el discurso del candidato.

Tuvo un tono contenido y se esforzó por jugar el papel que se espera de ella como líder de la oposición. Las diferencias entre PSOE y PP son conocidas por todos. Habló de la industria y contó los riesgos que corrió por defender la viabilidad de Hunosa ante los jefazos de la Sepi.

Adrián Barbón dirigió sus dos intervenciones a mostrar su disposición a los pactos. Al final, ganaron las abstenciones y se repetirá la votación el lunes. Entonces será presidente. No es un vaticinio, es un hecho.

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por JUAN NEIRA

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