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Juan Neira

LARGO DE CAFE

POLÍTICOS Y FUNCIONARIOS

El cambio de Gobierno de Javier Fernández a Adrián Barbón supondrá el relevo de 112 altos cargos, contando consejeros, directores generales, secretarios técnicos y miembros de los gabinetes de las consejerías. Un pequeño ejército que tira de la Administración del Principado, gestiona los servicios públicos, confecciona planes y hace propuestas al presidente. En los últimos años, de ese grupo pensante surgieron pocas ideas novedosas, ya que la rutina guió la actuación de la Administración que se dedicó a copiarse a sí misma. Hasta las cosas más sencillas quedaron sin realizar. Tras repetir que se debería reducir

el número de áreas sanitarias, llegamos al final de un ciclo con las mismas áreas que en los años ochenta del pasado siglo, cuando no había autovías y la región tenía graves problemas de comunicación. Los 112 altos cargos que concluyen su labor han dirigido una Administración que ralentizó (¡más aún!) sus procedimientos hasta exasperar a los ciudadanos. Cuando se habla de este asunto siempre hay alguien que saca a relucir el ‘caso Renedo’ y achaca los retrasos al miedo de los altos funcionarios a dar pasos en falso. Probablemente influya ese episodio de la gestión socialista en la lentitud de las actuaciones, pero no puede ser esa la única causa, ni la más importante.

Por encima de los directores generales, los secretarios técnicos y el personal de los gabinetes están los consejeros. Los miembros de cualquier Consejo de Gobierno son políticos. Se puede extender esa apreciación a los directores generales, pero en ese escalón del organigrama de la Administración cabe ya introducir un leve sesgo técnico. Pues bien, si de algo estuvieron carentes los últimos gobiernos fue de políticos de raza ejerciendo el cargo de consejeros. En las dos últimas legislaturas, solo cabe colocar a Fernando Lastra en esa categoría. Todos pudimos apreciar el cambio que hubo cuando Belén Fernández dejó la Consejería de Infraestructuras para ocupar su plaza de funcionaria –que nunca debió de haber abandonado– siendo sustituida por Fernando Lastra. Cuando no hay políticos de fuste en los gobiernos, los consejeros ejercen de funcionarios, como si fuesen jefes de servicio. Los planes y proyectos quedan en segundo lugar, quedando reducida la actuación de la Administración a procedimientos. Así se explica la falta de impulso y el retraso en las decisiones. El centenar de nombramientos que realice Barbón marcarán el tono del Ejecutivo.

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por JUAN NEIRA

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