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Juan Neira

LARGO DE CAFE

UE, LA FALACIA DEL INTERÉS REGIONAL

Una semana de campaña electoral ha servido para comprobar que Europa no cotiza en las urnas, quedando reducido el debate a un pulso entre partidos con la política española como campo de batalla. El aborto, las ayudas de la Ley de Dependencia, el déficit de la Seguridad Social, los planes de reactivación económica o las rancias ofertas de pactos de estado por la educación ocupan la discusión entre candidatos a eurodiputados. Como los discursos en los mítines están orientados hacia la política interior, la estrella del debate es el avión de Zapatero. Los líderes del PP dicen que los vuelos electorales del presidente son una vergüenza, mientras que el PSOE recuerda la boda de Estado de la hija de Aznar. Puede que la polémica continúe con objetos y servicios de menor precio: coches, hoteles, etcétera. Conclusión: nada hay más eficaz para ganar las europeas que motejar a los rivales de corruptos. A partir de las elecciones gallegas, con el coche blindado de Touriño como argumento ganador, el debate político español ha ganado, definitivamente, altura.
Lo único que resulta audible por debajo de las ‘polémica basura’ y de la repetición de los tópicos del debate nacional, es un cierto nexo entre el discurso europeo y los intereses de las regiones. Los políticos nacionalistas de CiU, PNV o ERC y los candidatos teloneros de las listas del PSOE y del PP se han unido para poner de manifiesto los planteamientos regionales en la renovación de la Cámara de Estrasburgo. No es extraño que ocurra esto, porque la política nacional lleva muchos años dominada por los afanes de las comunidades autónomas, así que llegada la cita europea, los objetivos de las regiones resultan más visibles que los intereses nacionales. De Europa llega el maná de los fondos que se identifican con destinos regionales (autovías) o con destinos regionalizados (cuotas lácteas). El elevado paro, que es la enfermedad de España, no cursa en la Cámara de Estrasburgo, sino que conecta directamente con la Comisión Europea y, sobre todo, con el Banco Central Europeo.
Los pueblos
Hay otra razón que une a las regiones con el Parlamento de Estrasburgo: el discurso de la Europa de los pueblos. Los nacionalistas se han acogido al mismo desde antes de ser España un socio de la UE, porque significaba subliminalmente una forma vaga de ejercer el derecho a la autodeterminación. Con Europa se liberaban los nacionalistas de la asfixia de España (el pancatalanismo, la ‘Euskadi batua’). Los grupos a la izquierda del PSOE también se acogieron, desde siempre, al discurso de la Europa de los pueblos para enfrentarlo a la Europa de los mercaderes, que es una forma eufemística de reivindicar una Europa anticapitalista, comunitaria, en el sentido más primario del término: los ciudadanos unidos por lazos genuinamente humanistas, liberados de las servidumbres económicas.
La importancia de las comunidades autónomas y el arrastre histórico del discurso de la Europa de los pueblos, han contribuido a interpretar la política de la Eurocámara desde la perspectiva de los intereses regionales. Es hora de denunciar tamaña falacia.
En primer lugar, hay que decir que todo el peso de los fondos estructurales (fondos para las regiones) ha tenido hasta la fecha un efecto relativo. Las regiones más favorecidas por esos fondos (Andalucía, Castilla y León o Galicia) están más lejos de la renta media española que antes de recibir el maná europeo. No estoy pensando en que el dinero se haya malversado, sino en la dificultad de aplicar financiación en clave regional. Todo esto se verá mucho más claro dentro de unos años, porque el experimento se está realizando ahora a gran escala con las regiones del Este de Europa. Sólo debería haber fondos de cohesión (fondos de carácter nacional), y que el Ministerio de Economía, con una óptica más global, decidiera su aplicación sobre el territorio.
Modelo agotado
Aunque los discursos oficiales digan cosas distintas, Asturias se encuentra atrapada entre la utopía de los planteamientos regionales (la posibilidad de lograr ventajas negociando directamente en Bruselas), la aplastante evidencia del efecto estadístico, que nos convirtió en ricos con la entrada en la UE de los países del Este, y el futuro que nos aguarda con los fondos marcadamente declinantes, cuando dejemos de ser un territorio englobado en el ‘objetivo convergencia’ para ser un territorio ‘objetivo competitividad’, con el 20% de los recursos que recibimos ahora. Vamos a decirlo más claro: el discurso de los intereses regionales en Europa está agotado para Asturias. Comprendo que PSOE y PP se echen las culpas y hagan demagogia con los fondos, pero es lo que hay.
En la UE de los Veintisiete hace falta tener aliados para obtener beneficios. Las regiones no tienen aliados en un club de 27 estados, quedando la decisión en manos de los gobiernos nacionales. La nueva geometría europea no favorece a España, al haberse movido el centro de gravedad hacia el centro del continente, alejándose de nuestro país. Es divertido ver cómo la misma Eurovisión que margina a nuestros embajadores musicales (aun recurriendo a representantes exóticos para llamar la atención) se convierte en metáfora de los triunfos y las derrotas en el terreno de la política. El discurso de las regiones está agotado y las alianzas nacionales tienen un escenario adverso. Pero sigamos discutiendo sobre el avión de Zapatero.

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por JUAN NEIRA

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