El Consejo de Política Fiscal y Financiera ha aprobado el nuevo sistema de financiación autonómica, con la abstención de las comunidades gobernadas por el PP y sin ningún voto negativo. El consejero de Economía del Principado, Jaime Rabanal, ha asegurado que el sistema mejora la autonomía financiera de las regiones, la suficiencia presupuestaria de los territorios y la corresponsabilidad fiscal.
Es indudable que refuerza la autonomía financiera de las regiones, al dar la mitad de lo recaudado por IRPF y por IVA, los dos grandes impuestos del sistema tributario español, a los gobiernos autonómicos. La cuestión está en que la autonomía financiera no es un bien en sí mismo, sino una característica del modelo aprobado. Para las regiones que recaudan más que la media española, como Cataluña o la Comunidad de Madrid, la autonomía financiera es estupenda porque queda mucho más dinero en sus arcas. Las regiones que recaudan menos que la media no ganan nada con la autonomía fiscal, porque los territorios pobres estaban mejor cuando el sistema de financiación dependía más de fondos de solidaridad que de la recaudación fiscal propia. Hay otro problema grave creado con la nueva autonomía fiscal. El IRPF se va a dividir en dos, quedando la mitad del mismo en manos de las regiones que podrán los tipos impositivos que quieran y añadirán o suprimirán las deducciones que les parezcan. Una cosa es que la mitad de la recaudación vaya a las comunidades autónomas y otra que éstas tengan amplios poderes normativos sobre el IRPF para hacer lo que consideren oportuno. Puede empezar una competencia fiscal interregional por captar inversiones o por censar a ciudadanos. Todos sabemos la cantidad de ricos por metro cuadrado que hay en Navarra, con su sistema fiscal competitivo. La homogeneidad del espacio fiscal es un bien nacional, que ya contaba con las excepciones del País Vasco y Navarra, y ahora se va a ampliar por todo el territorio. La corresponsabilidad fiscal es, hasta la fecha, una de las carencias de los gobiernos regionales, que gastan sin cuento, para pedirle luego a Zapatero que extienda un cheque al portador, como gesto de buena voluntad.
Rabanal ha alabado la transparencia de la negociación y la metodología multilateral adoptada. Quiero pensar que lo dijo sin convicción, como un gesto de cortesía hacia el Gobierno. La multilateralidad sólo se dio en el momento de la firma del acuerdo, y en cuanto a la transparencia, baste recordar las dificultades que tuvimos los asturianos para saber que nos tocaban 200 millones de euros.