Primera jornada parlamentaria del debate de investidura de Núñez Feijóo. La sesión transcurrió de forma distinta a la esperada. Feijóo entró rápidamente en materia (amnistía, Puigdemont, defensa de la transición, política de bloques) y ofreció seis pactos. Una buena intervención, con un algún destello de brillantez.

Pedro Sánchez, pese a ser presidente del Gobierno en funciones y máximo líder del socialismo, no contestó al candidato. Yolanda Díaz tampoco lo hizo en nombre de Sumar, siendo sustituida por tres portavoces. El hecho de que Sánchez y Díaz no subieran a la tribuna es ya de por sí un proceder anómalo, pero lo más llamativo fue el ariete que había reservado el grupo socialista para atacar a Feijóo: Óscar Puente, exalcalde de Valladolid. Lo más fuerte que se ha visto en el Congreso de los Diputados en los últimos años.

En las primeras palabras dijo que, si «fuera de la Constitución no hay democracia», Feijóo ya llevaba «cinco años fuera de ella». A continuación, señaló que si la deslealtad a la Constitución va a ser un delito, Feijóo será el primer imputado, y advirtió de que si se agravan las penas por malversación de caudales públicos, en el PP se van a producir bajas. Todo en dos minutos. Calificó de farsa la investidura y lanzó una carga de profundidad contra las viejas glorias: en el PSOE se hacían las mismas cosas hace treinta años, «aunque algunos de los nuestros puede que se hayan olvidado». Luego señaló que había habido un cambio en el PSOE, «no es de los dirigentes, es de los militantes y, por tanto, del pueblo». Sánchez se levantó como un resorte del escaño y empezó a aplaudir arrastrando a la tribu.

A Feijóo le sacó de todo: el sueldo que le pagaban, la amistad durante ocho años con un narcotraficante, el retrato del PP gallego en ‘La Fariña’, la compra de diputados, la soberbia que se gastaba, etc. Altanero, provocador, despreciativo. Una bomba. La bronca en los escaños desbordó a la presidenta de la Cámara. ¿Era este el plan diseñado desde la Moncloa para contrarrestar el discurso de Feijóo? ¿No había otra estrategia que embarrar el campo?

El debate con Vox fue de guante blanco. Sumar hizo una defensa débil de la amnistía, permitiendo a Feijóo vapulear a sus portavoces. Antes de suspenderse la sesión, ERC y Junts exhibieron sus demandas ante un Feijóo que les leyó las deprimentes cuentas de la economía catalana.

Todo entra dentro de la normalidad, menos el rehúso de Sánchez y Díaz, y la actitud retadora del espontáneo de Valladolid. Patxi López ya tiene sustituto.