Todas las organizaciones autonómicas (federaciones) del PSOE han firmado un documento en el que piden a Pedro Sánchez que encabece un gobierno de progreso y convivencia. Intuyo que el documento tuvo un planteamiento un tanto informal, cuando el primer firmante es José Luis Rodríguez Zapatero, que no es el principal representante de ninguna federación. La misma consideración merece que la Federación Socialista Asturiana (FSA) no estuviera representada por su máximo dirigente, Adrián Barbón. El objetivo de la iniciativa no es otro que contrarrestar las intervenciones realizadas por los dirigentes históricos del partido, como Felipe González y Alfonso Guerra. Sus críticas se centraron en la previsible aprobación de una amnistía para todos los independentistas que delinquieron durante el ‘procés’. Ese grupo está encabezado por Puigdemont, el presidente de Cataluña que aprobó la declaración unilateral de independencia. Las críticas de González y Guerra, así como las de Feijóo, están basadas en las manifestaciones de los líderes de ERC y Junts, que exigen la aceptación de la amnistía para apoyar la investidura de Pedro Sánchez como presidente. Los dirigentes de ERC dicen que ya está acordado con Pedro Sánchez el olvido penal para los delincuentes.
Las organizaciones, en su manifiesto, evitan nombrar la amnistía y, en su lugar, hablan de convivencia. Hombre, de convivencia ya llevamos varias décadas, ahora lo que se busca es extender una bula a favor de los políticos que en ejercicio de sus responsabilidades infringieron gravemente la Constitución. No se hizo nunca y el PSOE siempre estuvo en contra, pero Pedro Sánchez considera que es un módico precio a pagar si, a cambio de blanquear a los independentistas, sigue en la Moncloa. Las direcciones regionales socialistas asumen la degradación de instituciones, como el Tribunal Supremo, o la tergiversación de normas, empezando por la Constitución, si su partido permanece en el poder.
En los documentos partidarios me siguen llamando la atención los ejercicios voluntarios de ceguera o sectarismo, que es lo mismo, pero dicho de otra manera. En el texto se lee «la expresión (resultado) de las urnas ha sido clara. No al señor Feijóo». ¿Qué urnas son esas en las que el supuesto político rechazado encabezó la lista más votada? ¿Alguien puede decir que del resultado de las urnas se colige una alianza Sánchez-Puigdemont? ¿O hay que retorcer resultados, leyes e instituciones para llegar a esa conclusión?