La situación de la atención sanitaria es muy preocupante en Asturias. También en otras regiones. En la pandemia hubo un desajuste total, con una primera parte, durante el confinamiento, en que prácticamente fue imposible para los pacientes acceder al médico de cabecera. Instalados en la nueva normalidad, la situación no se ha estabilizado. El Principado empleó primero la estrategia de la centralita telefónica, transformando el modelo de relación de médicos y enfermos a través de la teleconsulta, un sistema muy insatisfactorio para los pacientes. En el presente, teóricamente, se ha recuperado el modelo asistencial anterior a la llegada del virus, pero en realidad la situación ha empeorado. El malestar de los médicos y de los pacientes va en aumento, unos porque se encuentran saturados de trabajo y los otros porque el tiempo de espera en los centros de salud llega a los quince días. Los seguros privados ganan clientes todos los días.

Se han hecho habituales situaciones que antes eran excepcionales, como la de las ausencias no suplidas, que tienen un gran impacto en las listas de espera. A los ojos de todos está la degradación de la Atención Primaria, excepto para la Consejería de Salud que dice que «la situación ha mejorado». Los profesionales recuerdan las promesas de antes de las elecciones, ya que los cambios anunciados no han llegado. A lo mejor es que los cinco meses transcurridos desde los comicios no es tiempo suficiente para aplicar las medidas correctoras. En ese caso, que se avance una fecha para superar los desajustes. Lo que no se puede es mantener indefinidamente la ficción de que todo va bien, salvo cuestiones puntuales. Para ello es obligado ponerse de acuerdo en los datos. Según la Consejería de Salud, el pasado año 2022 el porcentaje de servicios de atención a domicilio de médicos de los centros de Primaria ha sido del 1,4%. No sé cómo se puede mantener en el debate público un dato así, cuando hay miles de pacientes que la primera o segunda consulta la realizaron por teléfono. No se gana la confianza del público lanzando esos mensajes.

El problema de fondo es la carencia de profesionales. También ocurre en el resto de regiones. Si el envejecimiento de la población repercute en la demanda de los servicios, habrá que contratar a más profesionales. Difícil tarea porque en toda España hay un déficit de médicos. Hoy se recogen los frutos de décadas de numerus clausus en la carrera de Medicina. Digamos la verdad para que la gente asuma la gestión de las carencias.