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Luis Arias Argüelles-Meres

Panorama Vetustense

Recuerdos de Oviedo: Las elecciones del 77

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“El pueblo español tiene derecho a volver la vista atrás para algo que no sea empapar su corazón con hiel”. (Azaña).

“Ojos de puente los míos/ por donde pasan las aguas/ que van a dar al olvido”. (Manuel Altolaguirre).

 

De mitin en mitin vivimos aquella campaña electoral del 77. No pude estrenarme votando porque había que tener en aquel entonces 21 años para ejercer tan sacarosanto derecho democrático. Sin embargo, nunca seguí la liturgia previa a las urnas con tanta intensidad. Para mí, todo era novedoso, desde los discursos que se pronunciaban pidiendo el voto en los actos que al efecto se celebraban en Oviedo, hasta las intervenciones radiofónicas y televisivas de los principales líderes, sin perder de vista tampoco las proclamas que se hacían desde los coches electorales de los partidos políticos y que se oían no sólo a pie de calle, sino también desde las casas. Fueron días con muchos decibelios. Fueron días de perplejidades y asombros.

En el ámbito llariego, resultó muy llamativo que el señor Rubio Sañudo, entonces al frente de los empresarios de la construcción asturiana, sector que protagonizó una huelga muy duradera que alcanzó la  campaña electoral, se presentase al senado en compañía de Velasco Castaño, bajo el lema “no nos harán callar”. Y, si la memoria no me falla, aquella candidatura se servía también de una avioneta para lanzar pasquines y hacerse ver. En lo que respecta, al ámbito estatal, y, siguiendo el listado de  recordatorios pintorescos, no olvidaré nunca la intervención del entonces líder del Partido Proverista (sic) que, tras enunciar una serie de objetivos, vino a decir que todos ellos se resumían en el “¡Arriba España!”. Meses antes, cuando se hablaba de la posible legalización del PCE, el mismo personaje había declarado que apoyaría tal legalización, caso de que en Rusia se hiciese lo propio con una formación política similar.

Pero centrémonos en Oviedo. En la Plaza del Ayuntamiento, acudí a un mitin del PSP, en el que intervinieron Prendes Quirós, Paz Fernández Felgueroso y Díaz Nosty. Fue tan brillante como convincente la intervención del hasta hace poco Presidente del Ateneo Republicano de Asturias. He de decir también que, por aquel entonces, Tierno Galván, líder del PSP, gozaba de gran prestigio.

Por otro lado, el PCE, que había sido legalizado pocos meses antes, en la misma Semana Santa del 77, levantaba muchas pasiones tanto entre su militancia como también en sus más enconados enemigos. Pero el partido liderado por Carrillo tenía por aquellos días una inequívoca línea marcada por la moderación, así como una férrea disciplina interna. ¿Cómo no recordar el mitin en el que intervino Pasionaria en Avilés y, también el de Oviedo? Aquella mujer, que era toda una leyenda entonces, volvía a España tras un exilio de décadas y se presentaba por Asturias. Lo primero que llamó mi atención fue la vitalidad de su voz.

A propósito de Pasionaria, voy a contar una anécdota que me refirió David Ruiz, y es que, el mismo día que iba a  tener lugar el mitin en Oviedo, con Dolores Ibarruri como estrella, durante la comida, el catedrático de Historia Contemporánea preguntó si tenían previsto otro lugar para el mitin (se iba a celebrar en la Plaza de Toros) caso de que lloviera. Pues bien, le respondió Simón Sánchez Montero asegurando que no se manejaba otra opción, puesto que no llovería. Y, en efecto, no llovió. La fe siempre mueve montañas.

Por su parte, el PSOE puso como cabeza de lista en Asturias a Luis Gómez Llorente, todo un lujo, que atesoraba una sólida formación con una admirable  coherencia que demostraría andando el tiempo. ¡Qué cosas, Dios mío, qué cosas! En aquellas primeras elecciones democráticas, el partido que a día de hoy lidera en España el señor Sánchez y en Asturias, el señor Fernández, ambos monárquicos, de orden, respetuosos con los mercados y temerosos del Gobierno europeo, tenía en el 77 el lema que sigue: Cambiar la vida. (El lema de “el cambio” llegaría en el 82. Por buen camino íbamos). Y es que Felipe González y Alfonso Guerra llegaron a afirmar en una publicación conjunta del año 77 que “si hoy la derecha se autocalifica como centro; el centro, izquierda; los liberales, socialdemócratas; y los comunistas, socialistas; los socialistas se proclaman revolucionarios. Porque son demócratas, los socialistas piensan que no puede existir democracia real en la sociedad capitalista”.  Ya ven cómo y cuánto cambian los tiempos.

¿Cómo no recordar también a aquella candidatura “regionalista” en la que participaba Antonio Masip, mucho más izquierdista y asturianista que hoy? No obtuvo escaño por Asturias, pero hizo una campaña muy vibrante.

Todo fue rápido y trepidante.  Faltaban dos años para Lyotard publicase “La Condición posmoderna”, pero en aquel momento nosotros soñábamos con la modernidad, con que el país saliese del atraso y aislamiento tras la larguísima dictadura de Franco.

Tan rápido y trepidante fue todo que el PCE se había legalizado pocos meses antes de aquellas primeras elecciones; pero   -¡ay!- los partidos republicanos no pudieron concurrir a los comicios del 77; sí pudieron hacerlo al final las formaciones que se situaban a la izquierda del PCE. Todo tenía un límite, oiga. Y la República no había que mentarla a pesar de todo.

¿Ya había llegado a España la democracia? ¿Ya no había peligro de golpes de Estado y regresiones? El miedo estaba ahí y la experiencia de anteriores sueños frustrados, también, pero la fiebre por la política se vivía y se sentía, con ilusión, sí, pero también con reservas.

Calles de Oviedo, carteles electorales, pasquines por doquier. Campaña electoral tras cuarenta años de dictadura. Nunca olvidaré la emoción que vivió mi padre cuando oyó desde su despacho “La Internacional” al paso de un coche de uno de los partidos a la izquierda del PCE. La emoción al recordar que fue testigo de que, para muchos, aquello había sido toda una mística con la que se despidieron del mundo desde las trincheras durante la guerra civil.

Nunca olvidaré tampoco la sensación de resaca tras la noche electoral en la que se  fueron conociendo los resultados. Pasionaria saldría elegida diputada por Asturias, lo que le supuso el salvoconducto para volver a tomar posesión de un escaño en el Congreso. Inolvidable también el momento en que volvió al Parlamento y cogió del brazo a Rafael Alberti.

Siglas a granel. El centro político salió triunfador. El PSOE, tras haber estado en las catacumbas durante la dictadura, cosechó un gran resultado, mientras que el PCE no vio compensada su lucha en la clandestinidad con un número de escaños grande.

Se iniciaba un periodo constituyente en el que el PCE seguía una línea moderada y pactista, en el  que el PSOE de Suresnes dejó por el camino a muchos dirigentes históricos, en el que Asturias sería un vivero de políticos llariegos provenientes de la empresa pública franquista, con Villa como primer líder de aquella hornada.

Dio comienzo un periodo constituyente que culminó con la Constitución del 78, la misma que ahora unos cuantos consideran intocable, pero que toca cambiar a pocos meses vista.

En cualquier caso, el 15 de junio de 1977, Oviedo, también, fue una fiesta.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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