En efecto, el Oviedo perdió dos puntos frente al Athletic Club. Ello fue así, porque al equipo no le faltaron ocasiones, pero sí que estuvo ayuno de la precisión y sintonía suficientes entre sus jugadores para culminar determinadas jugadas de ataque con goles. Bien es verdad que el filial del Bilbao también obligó a Esteban a lucirse en más de un lance. Pero lo que podía ser un matiz a lo anteriormente expuesto se convierte en reforzamiento de la referida tesis. La explicación es muy sencilla: atacó más el Oviedo, pero no apretó lo suficiente para provocar que el guardameta visitante fuese el jugador más destacado del encuentro.
A los delanteros azules, hay que reconocerlo, nos les faltó empuje ni lucha, pero acaso estuvieron muy escasos de conexión entre ellos y de complicidad. Por otra parte, hoy Susaeta no estuvo todo lo fino que acostumbra en el balón parado, lo cual se manifestó también en la ausencia de goles por parte de nuestro equipo.
No hay que perder de vista, en otro orden de cosas, que, por vez primera en lo que llevamos de temporada en el Tartiere, el Oviedo no encajó goles, lo que, en no pequeña parte se le debe a Esteban. Y, por otro lado, la defensa no incurrió en pájaras con consecuencias mortíferas para el resultado final.
En lo positivo del partido de hoy apunto varias cosas merecedoras de ser consignadas. En primer término, creo que estuvo afortunado el defensa canterano Diegui Johannesson, lo que me alegra mucho no sólo por tratarse de un jugador de la casa, sino también porque lo considero merecedor de que se le den oportunidades, máxime si se tiene en cuenta el buen rendimiento que dio la pasada temporada cuando Nacho López estuvo lesionado. Desde mi punto de vista, está en perfectas condiciones de competir por la titularidad visto el buen partido que hizo hoy.
Por otro lado, al margen de lo la expuesto de no haber encajado goles en el encuentro de esta tarde en el Tartiere, Koné tuvo destellos de calidad y peligro el tiempo que estuvo en el campo. Es un jugador que, sin duda, irá a más, y todo parece indicar que nos dará alegrías, goles y jugadas de gol.
Lo deseable, llegados a este punto, es hacerse la ilusión de que el equipo, por fin, consiga una cierta solvencia defensiva que hasta el momento no tuvo desde el inicio del campeonato. Éste es el vaso medio lleno tras el choque de hoy. El vaso medio vacío se manifiesta por el hecho de que hemos roto la mala racha del filial bilbaíno fuera de casa, pues, según los datos, es el primer punto que consiguen a domicilio.
No nos queda, pues, otra opción que no sea la paciencia, esperando que la espesura atacante de esta tarde sea un episodio aislado sin continuidad y esperando también que, de una vez, seamos seguros atrás.
Dos puntos perdidos, sí. Pero también la alegría de comprobar que la cantera funciona y que en este equipo hay calidad.