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Luis Arias Argüelles-Meres

Panorama Vetustense

Panorama vetustense: ¿Qué nos queda por ver?

De este modo el hombre injusto intentará cometer delitos correctamente, esto es, sin ser descubierto, si quiere ser efectivamente injusto: en poco es tenido quien es sorprendido en el acto de delinquir, ya que la más alta injusticia consiste en parecer justo sin serlo”. (Platón. “La República”).

Hemos visto la lucha de intereses y pasiones enardecerse cada día, historias estúpidas, comadreos vergonzosos, los desmentidos más descarados, el simple sentido común abofeteado cada mañana. Y hemos terminado por encontrarlo repelente. ¡Cierto! ¿Pero quién quiso que ocurrieran estas cosas, quién les fue dando largas?”  (Zola. “Yo acuso”).

 

¿Qué nos queda por ver? ¿Con qué nuevos y escandalosos titulares de prensa nos seguiremos encontrando a propósito del llamado caso Aquagest y similares? Lo último (o lo penúltimo, que nunca se sabe) al respecto es que los agentes de Aduanas entraron el día once del presente mes en el Ayuntamiento de Oviedo reclamando varios documentos relacionados con lo que puede denominarse trama del agua. Y estamos hablando de 2009, es decir, de un momento en el que el gabinismo seguía disfrutando de una mayoría absoluta amplia, mientras el entonces Alcalde tenía cosas más importantes que hacer que acudir regularmente a los Plenos.

Aunque no es Oviedo el único Ayuntamiento asturiano investigado por los agentes de Aduanas relacionados con la referida trama, sin duda, el largo y folletinesco serial de los viajes de Caunedo y compañía convierten a esta ciudad en el principal foco de atención de este asunto en nuestra tierra. En todo caso, conviene no olvidar que en esta trama no todos los Ayuntamientos que están siendo investigados fueron gobernados por el mismo partido. Conviene no olvidarlo frente a los maniqueísmos ramplones que ya se están exhibiendo en esta especie de precampaña electoral que estamos viviendo.

En todo caso, en esta columna lo que toca es hablar de Oviedo. Lo que toca es clamar y reclamar que esto se aclare de una vez, y que el señor Caunedo aporte toda la documentación que considere conveniente para defender sus actuaciones. Y que, acto seguido, el partido al que pertenece se pronuncie sin tibiezas ni ambigüedades.

Y es que no sólo estamos asistiendo al fin del gabinismo, un periodo excesivamente largo, marcado, entre otras cosas, por la chabacanería, el despilfarro y el matonismo político, sino que además nos toca ser testigos del proceso en el que se rompen las costuras de un hermetismo que duró dos décadas, y en esa ruptura saltan por los aires evidencias que quisieron ocultarse, así como compadreos mediáticos no menos duraderos ni tampoco menos sonrojantes. Resultado: mucho bochorno, excesivo ruido e inevitable furia.

No, no vale pretextar conspiraciones judeo- masónicas. No, no es de recibo esconderse tras tantas y tantas adulaciones. No, no resulta admisible tanto conformismo, tanta sumisión.

¿Qué cabe esperar que vaya a suceder en el PP carbayón? ¿Habrá arrepentidos que sigan sin saberlo la proposición LIV de la “Ética”, de Spinoza, y, a resultas de ello, tiren de la manta apuntando hacia arriba? ¿Habrá una desbandada notable? ¿O todo seguirá igual con la vana esperanza de que al final escampe? Barrunto que difícilmente ocurrirá esto último.

¿Qué nos queda por ver? ¿Qué nos cabe esperar? ¿Enmudecerán los que tanto jalearon? ¿Esconderán su arsenal de elogios quienes disfrutaron tanto y tanto de dádivas a lo grande?

Detesto, lo confieso, los linchamientos. Y es desolador ver que alguien se convierte en el muñeco de pimpampum, incluso cuando actuó de forma poco edificante. Dicho ello, es necesario que se asuman todas las irregularidades que pudieron haberse cometido. Que se asuman, llegado el caso, apartándose de la vida pública.

Y, por otra parte, a Oviedo le toca mirarse en el espejo de toda esta incesante escandalera, asumiendo, así, que el Gobierno de una ciudad va mucho más allá de las apariencias plasmadas por una estética marcada por el grandonismo más advenedizo. Que el Gobierno de una ciudad obliga a un escrupuloso respeto con las formas y normas democráticas. Que el Gobierno de una ciudad conlleva no sólo rigor con la transparencia, sino también una vida pública respirable sin majezas ni bajezas, con pulcritud, hermosa palabra cuya omnipresencia hay que recuperar ya para eso que seguimos llamando vida pública..

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Blog de Luis Arias Argüelles-Meres

Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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