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Luis Arias Argüelles-Meres

Panorama Vetustense

Recuerdos de Oviedo: Mayo del 83: Cuando Asturias se hizo socialista

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“Cada hombre paga su grandeza con muchas pequeñeces, su victoria con muchas derrotas, su riqueza con múltiples fracasos”.Giovanni Papini.

“La fuerza de la verdad está siempre temporalmente sometida al poder de la mentira organizada. Pero el poder mismo, en cuanto es solamente un potencial, es mucho más caduco que lo verdadero, cuya fuerza procede del poder de lo fáctico y de su permanencia”. Hannah Arendt.

 

En mayo del 83, estaba muy cerca en el tiempo la irrepetible victoria electoral del PSOE del 28  octubre del 82. También estaba próxima la expropiación de Rumasa, que se había producido el 23 de febrero del 83. Aunque Felipe González y otros dirigentes ya se habían estrenado en marrullero arte de desdecirse tanto en lo concerniente a su posición sobre el papel de España en la OTAN, así como en el ya más que dudoso cumplimiento de su promesa sobre la creación de 800000 puestos de trabajo, el tiempo transcurrido no podía dar lugar aún a que el desencanto y la desconfianza presidiesen el sentir y el pensar de la ciudadanía. Había PSOE para rato, y eso era algo que todo el mundo tenía muy claro.

Las elecciones municipales y autonómicas de mayo del 83 supusieron en Asturias un indiscutible triunfo socialista. Pedro de Silva renunció a su escaño en el Parlamento nacional para encabezar la lista autonómica. Y ganó aquellas elecciones. Por su parte, en las tres grandes ciudades de Asturias, también salieron victoriosos los candidatos del PSOE.

Nunca olvidaré el momento en el que Juan Cueto Alas, haciendo de entrevistador de lujo, presentó en la televisión a los nuevos mandatarios llariegos. Y recuerdo con nitidez que Antonio Masip manifestó su alegría por el triunfo de la izquierda, un Antonio Masip que había hecho sus tránsitos por otras formaciones políticas y que desembocó finalmente en el PSOE. Un Antonio Masip que solía colaborar en el semanario “Hoja del Lunes” y que, tras su entrada en el PSOE, felicitó en un artículo a Miterrand cuando Francia le dio su confianza para convertirlo en Presidente de la República.

Conviene recordar también que, en la Corporación que se formó en el 79, Masip no era concejal en el Ayuntamiento de Oviedo, pues quien estaba al frente del PSOE en el Consistorio era el actual Alcalde, Wenceslao López. La intrahistoria de lo acontecido en la AMSO entonces para poner a Masip en cabeza de la candidatura en el 83 tiene su interés y explica muchas cosas, pero no es éste el momento de relatarla. Tan sólo es del caso hacer mención a ello.

Oficialmente hablando, en Asturias el PSOE se convirtió entonces en el partido hegemónico. Fue el caso también que Masip revalidaría su cargo de Alcalde en 1987, y que, desde entonces hasta junio de 2015, los socialistas no volvieron a recuperar la Alcaldía de Oviedo.Pero vayamos a aquella noche, una vez sabidos los resultados.

Noche larga y con temperatura agradable.  Noche en la que acabamos en la terraza posterior del Mesón del Labrador, grande y espaciosa, todo un lujo para una ciudad. Allí, entre tapas y sidras, analizábamos, con la ingenuidad de entonces, el panorama político. La dictadura estaba aún muy cercana en el tiempo, y resultaba, como mínimo, esperanzador, que la izquierda hubiese vuelto al Gobierno de España, a muchos Ayuntamientos y gobernase también en no pocas Comunidades Autónomas. Conviene a este respecto dar un pequeño apunte: Asturias era una Comunidad de segunda, es decir, arrancaba con pocas transferencias, pero la andadura comenzaba.

 

Pues bien, allí en el Mesón del Labrador, muy cerca del Oviedo más genuino, hablábamos del panorama político que teníamos ante nosotros. Un panorama político que casi nadie sospechaba que tenía su no sé qué lampedusiano. Un panorama político en el que los Ayuntamientos iban a tener un gran protagonismo, en el que las actividades culturales ocupaban mucho espacio en las agendas de los ediles de entonces.

Fíjense: Tierno Galván se estrenaba como Alcalde de Madrid. Fíjense: el PCE tenía su presencia en los Ayuntamientos y todo el mundo estaba entonces convencido del apoyo que este partido daba a todas las manifestaciones de la cultura. Cundía la ilusión de que lo marginal iba a ser tomado en serio, de que la cultura era un bien oficialmente mimado. Fue en aquella década de los ochenta cuando surgió una nueva profesión, la de los animadores/as culturales. Sin sus tareas, se deduce que la pintura, el teatro, la música y así sucesivamente serían aburridas. Había que motivar al pueblo llano, todo empezaba a ser guay.

Último domingo de mayo de 1983. Aquella noche, políticamente hablando, Oviedo fue una fiesta. Aquella noche, el cambio del 82 llegó a muchos Ayuntamientos, entre ellos, a Vetusta. Aquella noche no estaba presidida por nubarrones, ni por frío.

Noche ochentera. Noche sin horario oficioso de cierre. Noche para hablar y especular hasta el alba. Noche joven y divertida.

Muy cerca de nosotros, había una cena con muchos comensales. La euforia se manifestaba de forma creciente. Entre los susodichos comensales, llevaba la voz cantante un profesor que prestaba sus servicios en un colegio privado. Tras el obligado preámbulo en el que nos expuso los motivos por los que no se presentaba a oposiciones para ejercer como docente en la enseñanza pública, manifestó su alborozo por el hecho de que la izquierda recuperase el poder. Hizo un recorrido genealógico para relatarnos que su padre y abuelo también había sido docentes y de izquierdas, y confiaba en los nuevos tiempos no sólo por el poder recuperado por la izquierda, sino también por su convencimiento de que la Iglesia había cambiado mucho; prueba inequívoca de ello era su relación laboral con un colegio privado religioso que, por supuesto, respetaba sus ideas. Puso fin a su perorata con cánticos regionales.

Salimos del Mesón del Labrador a altas horas de la madrugada. Nos acercamos al Ayuntamiento, y nos imaginamos que muy pronto iba a ser regido por la izquierda.

Un pitillo frente al Consistorio, en el que recordamos a los ediles republicanos de los que nos habían contado tantas cosas. Un pitillo que dio mucho de sí, incluso balbuceos de escepticismo, un escepticismo al que no queríamos permitir darle paso.

En la calle Fruela, ya camino de casa, un borracho cantaba. No tardamos en perderlo de vista. Pero Vetusta no dormía en su totalidad. En muchas casas, la luces seguían encendidas, luces que se proyectaban sobre la alargada sombra de las aceras, alargada sombra a la que incordiaban destellos de la luna. ¿De su lado oculto?

Acordes de Pink Floyd despidieron la noche.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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