>

Blogs

Luis Arias Argüelles-Meres

Panorama Vetustense

Recuerdos de Oviedo: Desde la terraza de la Mallorquina

Decir Oviedo, transitar Oviedo, pensar Oviedo, sentir Oviedo, añorar Oviedo, pulsar Oviedo y otros muchos infinitivos aplicados a nuestra ciudad remiten a la Mallorquina, y, desde un tiempo a esta parte, sobre todo desde que la legislación prohibió fumar en el interior de los locales de hostelería, el referido establecimiento cobra aún mayor protagonismo gracias a su cómoda y amplia terraza, refugio para charlas y conspiraciones acompañadas de café y tabaco, mirador privilegiado para observar lo que pasa en Vetusta.
Y –miren- tengo para mí que una forma no inadecuada para recordar lo que este establecimiento supone en la memoria de Oviedo pudiera ser esto que sigue: acudir a la terraza de la Mallorquina a la hora del vermú y dividir la atención entre lo que en ese momento sucede a nuestro alrededor, al tiempo que reparamos en cualquier detalle de lo que podamos estar observando que nos lleve a los recuerdos, al pasado más o menos inmediato, más o menos lejano.
¿Me acompañan?
Sentémonos frente al Paseo de los Álamos, viendo venir a las gentes que acaban de dejar atrás la calle Uría. Gentes con sus bolsas de la compra, con sus carteras de ejecutivos, con sus carritos de niños, con sus acompañantes, con sus andares, lentos o presurosos. Pongámonos cómodos a disfrutar del café y de la “lambiotada” que escojamos para el momento. El móvil y el tabaco, si es del caso, sobre la mesa.
Por un momento, centremos la mirada en las personas que comparten con nosotros la terraza; preguntémonos lo que pueden dar de sí a la hora de hacer una hipotética descripción literaria. Imaginemos que, como nosotros, llevan en su mochila de recordatorios muchas vivencias de Oviedo; supongamos que, en esos mismos instantes, comparten la misma actividad con nosotros, la de hacer memoria, la de hacer recuento de algunos episodios personales, más o menos decisivos, más o menos irrelevantes. Es preferible que las personas elegidas para semejante planteamiento no estén abismadas en sus móviles o en sus tabletas. Es preferible que lo virtual no tenga protagonismo. Seguro que encontraremos a alguien que, posiblemente, esté compartiendo la misma actividad. A partir de ahí, tocaría adjudicarle a esa persona unas vivencias posibles, que cabría compartir.
Por un momento, centremos la mirada en una mesa donde quienes la ocupan están de tertulia, que no tiene por qué ser muy numerosa. De hecho, no puede serlo. Preguntémonos de qué va su conspiración. Centremos nuestra atención en la persona que lleva la voz cantante, si la hubiere. ¿Qué parte de esa animada tertulia estará volcada en asuntos actuales y qué otra parte se decantará por los recuerdos comunes? ¿Acaso no cabe plantearnos que estamos asistiendo a un espectáculo que da continuidad a algo tan consustancial a nuestra historia como son las conspiraciones, todo un género social que continúa a pesar de todos los pesares que son consecuencia de un tiempo presuroso y efímero, virtual y tecnológico?
Ese café que ya hemos terminado, ese pastel que hemos saboreado con disfrute, ese detalle que nos divirtió, ese recuerdo que nos enternece o que nos inquieta. Ese punto de partida para recordar Oviedo. Y, con ello, recordarnos. Para contar Oviedo. Y, con ello, contarnos a nosotros mismos.
La propuesta de vivir todo esto a la hora del vermú, sin presiones horarias, aparcando lo más inmediato es atractiva de por sí, y cobra mayor interés aún si tal cosa la ubicamos en la terraza de la Mallorquina.
En efecto, hagamos memoria y recordemos aquellos años, que fueron muchos, en los que, antes o después de comprar la prensa en Olegario, podíamos tomar un café en la Mallorquina, o, también, comprar algunos dulces para compartir en casa las novedades de la prensa y los pasteles o la bollería, siempre de calidad, que acabábamos de comprar.
¿Y saben? Una de las grandes ventajas de esto que les estoy contando consiste en que ni Olegario ni tampoco la Mallorquina cerraban a mediodía. ¿No es, en verdad, una delicia, adelantarse al postre a la hora del vermú, llevando a casa los dulces para la ocasión? ¿No es, en verdad, una delicia, leer los titulares de una revista, como anticipo de una información que nos va a interesar y que, además, compartiremos?
Con esto que les digo, me estoy percatando de que la Mallorquina siempre tuvo su mayor encanto a la hora del vermú, momento de comprar la prensa y de anticipar comida y postre, vísperas, preámbulo.
Con esto que les digo, me estoy percatando también de que el establecimiento del que venimos hablando continúa la tradición de las tertulias y conspiraciones, de mayor o menor alcance. A este respecto, recordemos que hubo un tiempo en Oviedo en el que se habló de “tomar café en el Peñalba”, establecimiento que no llegué a conocer, si bien se me transmitieron muchas anécdotas de las tertulias que en su momento se celebraban en aquel legendario Café.
Y, andando el tiempo, también es inolvidable el Café de Alfonso, con su terraza y con su voluntad de estilo interior. La diferencia con respecto a la Mallorquina es que su terraza era más bien para la noche, y, dado nuestro clima, para las veladas de verano y primavera avanzada.
Tras esas referencias, tras esos referentes, para recordar Oviedo, el Oviedo de las tertulias y conspiraciones, está la Mallorquina, donde, además de los recuerdos citados, nunca olvidaré algunos cafés que tomé allí con Julia Ibarra, excelente escritora que merecería ser mucho más recordada y leída. Rescato el momento en el que me regaló, con dedicatoria incluida, su novela “Sasia la viuda”. Recuerdo también un relato suyo, titulado “Cena con Nuria” que acababa de escribir. ¡Qué tersura y qué ternura tenía aquel relato!.
Así pues, no sólo prensa, también libros en la Mallorquina.
En un momento de esta parada en la Mallorquina, levanto la vista. En la última mesa de la terraza, frente a mí, de espaldas a la estatua del conocido actor que en Oviedo pierde sus gafas, hay una mujer elegante, rubia, que combate la palidez de su rostro con un el carmín intenso que pinta sus labios. Abre un libro y enciende un pitillo. Teclea algo en su móvil y lo deja boca abajo sobre la mesa. Se enfrasca en la lectura. Pero suena su teléfono. La conversación es breve, telegráfica. A continuación, no retoma la lectura. Fuma y de vez en cuando le da algún sorbo al vermú.
¿Estará recordando Oviedo?

¿Por qué no?

Foto de Luis Arias Argüelles-Meres.

Temas

Blog de Luis Arias Argüelles-Meres

Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


mayo 2016
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031