Dos defensas que fueron la cara y la cruz del Oviedo en el partido de hoy. Dos defensas digo: Josete y Verdés. El primero, además de haber tenido la fortuna de marcar el gol, estuvo seguro y atento. A mi juicio, fue, con diferencia, el mejor del equipo. En cuanto a Verdés, alguien tendría que hacerle ver que si aspira a la titularidad en el once carbayón, está obligado a transformar radicalmente su actitud. No es de recibo que se permita el lujo de dejar al equipo con diez jugadores, arriesgándose a hacer faltas que parecen estar demandando la tarjeta amarilla.
En cuanto al delantero, Koné fue decisivo no sólo por los balones que robó y por el nerviosismo que provocó en el portero visitante, sino también y, sobre todo, porque, con este jugador sobre el campo, el Oviedo tiene peligro y crea ocasiones. Hoy demostró, incluso en momentos de tremendo acoso del Córdoba, que, en cualquier momento, puede inventar una jugada mortífera.
Y, del mismo modo que se notó la presencia de Koné, lamento seguir afirmando que Borja Valle está muy lejos de sus mejores rachas. No sólo falló un gol casi cantado, es que también malogra jugadas individuales y pases. Hace tiempo que dejó de ser el jugador decisivo de la pasada temporada y de gran parte de la actual.
Por otro lado, hay que decir con respecto al encuentro de hoy que, en esta ocasión, tuvimos a la diosa Fortuna de nuestro lado, la misma que faltó en el partido frente al Huesca. Hay que reconocer que el Córdoba no marcó en más una ocasión por verdadera mala suerte y que, de haberlo hecho, seguramente se crecería, lo que hubiese puesto las cosas muy difíciles al Real Oviedo. Pero, por fortuna, los tres puntos de este primero de mayo se quedaron en el Tartiere.
En otro orden de cosas, no hay ninguna pega que poner a la lucha y a la entrega de los jugadores del Oviedo, pues no dejaron de esforzarse en ningún momento y no se advirtieron pájaras. Ahora bien, este equipo sigue sin hacer buen juego, sigue sin gustarse a sí mismo, sigue sin trenzar jugadas que deben ser consecuencia de un sistema que sepa aprovechar lo mejor que tenemos. Se ganó, sí, pero sin convencer. Tanto es así que, a la salida del partido, eran muchas las personas que comentaban que, en caso de nos clasifiquemos para el “play-off” de ascenso, lo vamos a pasar muy mal, y no sólo por lo difícil que nos lo puedan poner los rivales, sino también porque no hay un sistema de juego consolidado, porque se pierden excesivos balones y porque hemos dejado de tener la pegada que nos situó en la parte alta de la tabla.
Por otro lado, sigo preguntándome por qué no se cuenta con Cristian Rivera, al menos para que pueda aportar su juego en un momento en que se necesite reforzar el centro del campo.
En definitiva, un partido que se saldó felizmente, tras continuos nervios y tras un arbitraje que dejó bastante que desear.