Al final, pitos. Durante la práctica totalidad del partido, ni un solo de flauta, ni un solo flautista. Salvo lances muy puntuales en el último tramo de la primera parte, la partitura azul fue un continuo desconcierto. Y la jugada final, en la que el Reus lanzó una falta cuando ya se había consumido el tiempo de descuento, el mazazo sufrido por el oviedismo fue de antología. Se sabía que, tan pronto terminase el lanzamiento, se pitaría el final del partido. Aun así, permitieron al jugador del Reus rematar a placer y, con ello, derrotar al Oviedo.
¿Es de recibo que sucedan estas cosas, que se le ponga al equipo contrario en bandeja el triunfo? ¿De qué le sirvió a Fernando Hierro dar instrucciones en los momentos previos al lanzamiento de la susodicha falta? ¿Necesitamos más experiencias de este tipo entregando el partido a balón parado? No se perdió el encuentro a resultas de una jugada genial del adversario, sino que tal cosa sucedió por desconcentración, ello a pesar de que –insisto- estaba claro que iba a ser el último lance del choque. Decepcionante.
Ante lo acontecido, no vale esgrimir que la afición es muy exigente. Los pitos al final del partido fueron consecuencia de lo que acabo de reseñar. Si hay que buscar culpables, desde luego, no están en las gradas.
Esto, esperemos que por muy poco tiempo, va mal. Susaeta no es reconocible, ni siquiera en los saques de esquina, ni siquiera en pases que puedan ser decisivos, ni siquiera en los lanzamientos de faltas. El centro del campo es cualquier cosa menos rocoso. Las “carajas” a la hora de haces frente a jugadas a balón parado del contrario han vuelto a costarnos tres puntos.
Cierto es que de nada sirve lamentarse, que lo que toca es invertir la racha en el próximo encuentro. Aun así, las sensaciones no son buenas. La desmoralización empieza a cundir. Y aquí fallan muchas cosas.
Tampoco sirve escudarse en que van muy pocas jornadas y que, por ello, el equipo necesita tiempo para afianzarse. Llevamos jugados los mismos partidos que el resto, y otros conjuntos están respondiendo incomparablemente mejor.
Cierto es que lo que importa es cómo acaba la liga, no cómo empieza. Bien. Pero la necesidad de un cambio de rumbo en el juego del Oviedo no permite aplazamientos. Ya valió de paños calientes.
No estamos hablando de un equipo que hace un fútbol deslumbrante fuera de casa y que falla en el Tartiere por culpa de la presión. De momento, lo estamos haciendo mal en casa y a domicilio.
Por favor, un flautista. Por favor, que suene una partitura que no desafine. Por favor, ya valió de pifias. Perder el partido con el tiempo de descuento ya agotado, regalando el remate a placer del contrario es inaceptable.