Ante la Junta General de Principado, o sea, ante el Parlamentín, los bomberos, semana a semana, jueves a jueves, no dejan de escenificar sus protestas ante la falta de medios que, según manifiestan, padecen. Y es muy significativo que, en el seno de esa institución donde se hacen ver y oír, no haya escasez de ayudantes que desarrollan sus trabajos y días gracias a los nombramientos digitales del grupo político de turno. Y es que, como ya escribí en más de una ocasión, el número de ayudantes en la Junta es muy similar al de parlamentarios.

Sabemos que la Administración autonómica no anda muy sobrada de recursos, pero llama la atención que sea tan estricta a la hora de destinar dineros a los bomberos y tan generosa a la hora de dotar de medios económicos a los ayudantes, no sólo muchos en número, sino que además los sueldos que perciben no son precisamente pequeños.

Pero esta semana, a las protestas del colectivo, se une el hecho de la consternación que sufre la familia de Eloy Palacio, el bombero fallecido en la calle Uría, ante el archivo de la causa. No hay que olvidar que hablamos de alguien que no estaba de servicio aquella tarde aciaga y que decidió colaborar en la extinción del incendio, algo admirable que da cuenta de la generosidad de un ciudadano con el que siempre estaremos en deuda.

Sé que Eloy Palacio no pertenecía administrativamente al Principado, sino a Oviedo. Pero, en todo caso, hablamos del mismo colectivo laboral, un colectivo laboral de servidores públicos, que desempeñan tareas que comportan un riesgo no pequeño. Por lo tanto, estoy convencido de que son merecedores de que se les reconozca su mérito que va más allá de lo meramente profesional.

Bomberos, servidores públicos, digo, en una sociedad cada vez más desigual y menos solidaria. ¿Estamos siendo justos con ellos? Y lo pregunto desde la primera persona del plural, toda vez que nos corresponde a todos escuchar sus demandas y exigir que desarrollen su trabajo sin falta de medios.

Con todo el respeto que me merece el consejero de Presidencia, respeto y aprecio personal, no puedo dejar de preguntarme por qué no se atienden las demandas de este colectivo, que no pueden ser desproporcionadas e injustas. Plantean que falta personal. ¿No pueden ser contratados más efectivos? De todo el dinero público que gasta la Administración llariega, ¿no se puede aumentar el que se destina al colectivo de bomberos?

Puse el ejemplo de los ayudantes en el Parlamentín. No es el único que se puede plantear pero sí que resulta muy ilustrativo.

Y, por otro lado, la muerte de Eloy Palacio, que arriesgó y perdió su vida de forma heroica, tendría que remover conciencias, también conciencias públicas.