El actual equipo de gobierno del Ayuntamiento de Oviedo, además de pufos conocidos, heredó también privatizaciones. Y, entre lo uno y lo otro, los problemas que pertenecen a tan poco envidiable hijuela no dejan de acumularse.
Como se sabe, la gestión recaudatoria fue privatizada. Y el gobierno consistorial quiere recuperar su carácter público. Frente a ello, se esgrime, entre otras cosas, que saldrán perjudicados los trabajadores de la empresa privada que fue contratada en su momento. Y no puede sorprender a nadie que quienes se ven abocados a perder su empleo se muestren disconformes.
Sin embargo, hay cosas que no podemos perder de vista. No sería del caso que se pasara de la empresa privada a una institución pública mediante un sistema de selección distinto al del conjunto del funcionariado que en su momento superó una oposición. Y tampoco debemos dejar LUIS ARIAS-ARGÜELLES MERES de lado que los patronos de la empresa contratada no son las instituciones públicas, y es a ellos a quienes deben dirigirse en primera instancia.
Sería muy razonable y justo que los trabajadores de la empresa contratada para gestionar la recaudación del Ayuntamiento de Oviedo exigiesen sus derechos en lo que se refiere a los méritos que atesoraron en el desarrollo de su trabajo. Distinta cosa es pretender que se prolongue sine die el contrato entre el Consistorio carbayón y la susodicha empresa privada, o que, por decreto, los trabajadores de una empresa privada se convirtiesen a todos los efectos en funcionarios públicos.
Sería no sólo discriminatorio, sino que además supondría un agravio no sólo para quienes tuvieron que superar una oposición, sino también para todas aquellas personas que, estando tituladas y capacitadas para ello, no pudieran concurrir a una oposición relacionada con su especialidad y estudios.
Cualquier institución pública (perdón por la perogrullada) tiene como misión prestar servicios a la ciudadanía, algo que está muy por encima de intereses particulares y de intereses de empresas privadas. No deja de ser paradójico que se despotrique tanto contra lo público, al tiempo que se pretende que los convenios de empresas privadas con las instituciones se eternicen.
Desde luego, sobra decir que me merecen todo el respeto todas las personas de la empresa privada que se vino encargando de la gestión recaudatoria del Ayuntamiento de Oviedo. Es más, puedo asegurar que el trato recibido en los trámites que me tocó hacer fue excelente.
Distinta cosa es que se haya originado tanta controversia por el hecho de que un Ayuntamiento no desee prolongar la gestión privada de un servicio público.